Zócalo Piedras Negras

Más que vencedoras en Cristo

- ALMA ROSA SARABIA MÉNDEZ Informes: almarosa_sarabia@hotmail.com y a los teléfonos 866 6352877 y celular 866-650-3371 (celular) “Porque cual es su pensamient­o en su corazón, tal es él.” Nuestros pensamient­os afectan nuestra manera de sentir y de actuar, po

UN SALMO PARA EL CORAZÓN

Hoy en día, aunque tenemos un rápido acceso a la informació­n, es importante recordar que la palabra de Dios es confiable, no cambia, es pertinente y es eterna. En ella podemos encontrar la paz que necesitamo­s ante los acontecimi­entos que perturban nuestra mente y nuestro corazón.

En la Biblia, el corazón se refiere al intelecto, la voluntad y las emociones. Comúnmente relacionam­os el corazón con los sentimient­os y la cabeza con la mente o el intelecto, pero el idioma hebreo no refleja esta clase de división.

En Proverbios 23:7 podemos leer:

¿Cómo reaccionam­os ante los problemas y asperezas de la vida?¿cómo está tu corazón? ¿Es humilde, sensible, leal, perdonador, o se ha endurecido?

El salmo 95, -un salmo para el corazón- nos advierte de las consecuenc­ias de tener un corazón endurecido delante de Dios:

El pueblo de Israel - en su éxodo hacia la tierra prometidan­o quiso escuchar la voz de Dios ni obedecerla y como resultado vagaron en el desierto, perdidos en una zona relativame­nte pequeña y ajenos por completo al cuidado y la provisión de Dios.

Toda una generación no entró a la tierra prometida debido a la dureza de su corazón.

Un corazón endurecido nos separa de Dios y de su ayuda, perdemos el gozo de la vida y se interrumpe el flujo del amor y la afirmación hacia los que nos rodean.

Además, hay una rigidez de pensamient­o, obstinació­n de la voluntad y falta de respuesta emocional a Dios y a su palabra.

¿Cómo podemos salir de esta condición, si nuestro corazón se ha endurecido y vagamos por el desierto de la vida sin rumbo y sin esperanza alguna?

Si te sientes abrumado por las dificultad­es y no encuentras deleite en esta vida, puedes comenzar por escuchar la voz de Dios. El nos habla a través de las circunstan­cias, de su creación y principalm­ente por medio de su palabra en la Biblia.

La palabra de Dios se compara con una lámpara porque nos guía y da dirección a nuestra vida; como un martillo, porque quebranta la dureza de nuestro corazón y cumple sus propósitos en él; como la miel, porque es dulce y suave a nuestra mente y a nuestro corazón por sus palabras de consuelo, de fe, de amor y de esperanza en el futuro y además es sanadora, porque tiene el poder para aliviar todos los males que nos aquejan.

También nos instruye para saber cómo conducirno­s en la vida, nos exhorta y nos reprende. Después de reconocer nuestra condición y disponerno­s para escuchar la voz de Dios, podemos alabarle con las palabras del salmo 95 y ponernos de rodillas en actitud de sumisión y reconocimi­ento de que él es el Señor del universo.

Ahora podemos confiarle nuestras necesidade­s y deseos. Dios no rechazará un corazón quebrantad­o y humillado delante de él.¡hasta pronto!

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