Tiempos difíciles para el país
El semáforo social ha ido cambiando de color en nuestro México. Muy triste y lamentable panorama en no pocas ciudades, donde la violencia muestra su rostro más agresivo y con mayor frecuencia sobre una población que vive con incertidumbre.
La violencia ha ido creciendo de tal manera que parecería imparable. No es posible que haya estados donde se han incrementado las bandas criminales sembrando el terror en la población, sin que haya castigo para ellos, para los agresores.
Las fuerzas del orden se ven limitadas en su actuación de proteger a la población y hasta impedidas en la mayoría de las ocasiones porque ya no saben qué hacer ante los criminales.
No es posible que el miedo nos acompañe cuando decidimos viajar por carretera. El temor a formar parte de una estadística en asaltos y cualquier acto delictivo.
Los focos rojos en nuestro país se encendieron desde hace ya un buen tiempo. La violencia se incrementó de una manera peligrosa cuando el gobierno decidió tomar decisiones erróneas que pusieron en riesgo a las fuerzas del orden y por supuesto a los ciudadanos.
Decisiones que impidieron a las corporaciones policíacas actuar para poner orden en sus comunidades cuando aún se estaba a tiempo de hacerlo. Por el contrario, el impedimento para actuar fue una forma de “atarle las manos” a policías, incluyendo a nuestras Fuerzas Armadas.
En mi opinión, todo tiene un límite
Las malas decisiones en realidad favorecieron a la delincuencia, a la que se le permitió extender sus dominios al grado de ir sembrando miedo y terror entre la población. Lo peor que pudo ocurrir, es que se ha puesto en riesgo a todo aquel elemento que porta con orgullo un uniforme.
¡No se vale! Sencillamente ¡No es justo!
Si los criminales se sienten dueños de todos los espacios es porque se sienten protegidos por el manto infame de la impunidad. Portan armas cuyo uso le está permitido solo al ejército. ¿De dónde las obtienen las bandas criminales?
¿Cómo ordenar a los policías que vayan a combatir a la delincuencia? En un enfrentamiento en condiciones desiguales es difícil obtener buenos resultados. Hay ciudades donde se vive con miedo y no creo que sea justo para las familias.
“Hay que respetar los derechos humanos de todos” esa es la consigna. “No importa si son sicarios”. Es una lástima que un vergonzoso pacto con criminales no surta el mismo efecto para las partes involucradas.
Sigue muriendo gente inocente de la sociedad civil; personas alcanzadas por balas en un fuego cruzado. Se continúa atacando a nuestro ejército. Y nadie parece darse cuenta del riesgo en que se pone al país, a nuestras instituciones y a los ciudadanos.
Riesgo, sí, porque la criminalidad va en aumento y actúa con toda impunidad.
¡Cuidado! Hay que tener presente que todo tiene un límite.
Los derechos humanos no fueron creados para “apapachar” a delincuentes, sino para evitar que los prisioneros fueran torturados con el propósito de “arrancarles” confesiones.
¿Dónde quedan los derechos humanos de policías muertos? ¿dónde, los derechos de militares que son emboscados, torturados, desaparecidos? ¿Por qué la ONU no sale a defender a quienes exponen la vida en una lucha desigual que se va perdiendo?
Se va perdiendo sí, mientras existan gobernantes que otorguen más mérito a los delincuentes que protección a nuestros policías y soldados.
Es triste y muy lamentable lo que está ocurriendo en nuestro amado México. Un país hermoso que se nos está escapando de las manos y lo peor es que lo estamos permitiendo.