Tamaulipas: 1846, 1914, Y… ¿2023?
Estamos ciertos de que el titular de este escrito pudiera resultar incomodo para algunos, pero lo nuestro es la historia y ni modo que vayamos a negar los hechos que en esa entidad y en esos años sucedieron y cuáles fueron sus consecuencias. Sabemos que, para usted, lector amable informado, nada de esto resulta una novedad. Usted conoce lo que aconteció, lo que se vivió durante y los resultados que tuvimos. Sin embargo, siempre aspiramos a que alguien más, aparte de usted, se asome a este espacio y logremos sumar al menos un lector adicional. En ese contexto, nos permitiremos dar una vuelta al pasado.
Ante los acontecimientos de los últimos días, lo primero que vino a nuestra mente fue como se dieron las “visitas” primera y segunda de las tropas estadounidenses a México, ambas relacionadas con incidentes ocurridos en el estado de Tamaulipas. La primera suscitada vía fluvial por Matamoros en 1846 y la segunda por la ruta marítima a través de Tampico en 1914. En ambos casos, lo que generaron dichos eventos fueron cosas que podían haberse arreglado con una negociación, pero la decisión ya estaba tomada y únicamente se buscaba un pretexto.
Al momento en que elaborábamos nuestra disertación doctoral, fue cuando por vez primera tuvimos oportunidad de revisar “The diary of James K. Polk.” Específicamente nos enfocamos en cómo se dio la participación de los miembros de la curia católica estadounidense a la hora en que las tropas estadounidenses efectuaron su “visita “primera a México. No sería sino hasta tiempo después cuando volvimos a aproximarnos a estos documentos, ahora en la versión traducida, en 1948, por Luis Cabrera Lobato y que en una edición facsimilar publicara, en 2017, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHTM). Al respecto, cabe anotar que sobre el tema central de esa edición, el 9 de abril de 2018, en el diario La Crónica de Hoy fue publicada la entrevista que la periodista Paz Avendaño realizó a quien entonces era la directora general del INHERM, la doctora Patricia Galeana Herrera. En esa misma nota tuvimos el honor de que en el cuerpo de esta, se nos permitiera expresar nuestra opinión en relación con nuestro libro “El Senado estadounidense enjuicia a México y al presidente Carranza.” Pero dejemos anécdotas y volvamos al volumen en comento, el de Polk, en cuyo Volumen II se presentan documentos anexos que, al revisarlos, podemos encontrar, como poco a poco, se fue construyendo la excusa para que las tropas estadounidenses cruzaran El Bravo.
Recordemos que, si bien Texas fue cedido, en 1836, por el lotero López De Santa Anna, no fue sino hasta diciembre de 1845 cuando esa entidad pasó a formar parte de los Estados Unidos. Entonces, el presidente estadounidense era James Knox Polk, el discípulo favorito del fundador del Partido Demócrata, Andrew Jackson, quien fuera el séptimo presidente estadounidense (1829-1837) ante el que llevaron a López engrilletado. Vaya usted a saber a cambio de que logró lo regresaran a México ya sin Texas. Al momento en que ese estado fue incorporado, Polk deseaba que se definieran claramente cuales eran los límites con México.
Previsor, Polk desde noviembre de 1845, decidió nombrar como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de América ante el gobierno de México a John Slidell. Dos eran los asuntos que debería de tratar con el presidente mexicano José Joaquín Herrera Ricardos. Uno, el ya mencionado de los limites de Texas. El otro, la adquisición de Nuevo (aun no era New) México y California por los que ofrecía veinte millones de dólares.
Sin embargo, el ministro de relaciones exteriores y gobernación, Manuel De La Peña y Peña, adujo que no había nombramiento oficial y por lo tanto nada había que tratar con Slidell. Para el 20 de diciembre de 1845, el primero, mediante un comunicado, le hace saber al segundo que no sería recibido con el carácter de ministro plenipotenciario por el presidente Herrera. Uno de los argumentos que De La Peña utilizaba era que Slidell no había sido confirmado por el Senado estadounidense. En medio de todo esto, a finales de diciembre, se da una sublevación de generales y Herrera renuncia a; cargo cuando fue traicionado por Mariano Paredes Arrillaga. La postura mexicana prevalece con el cambio de presidente quien, a través del ministro de relaciones exteriores, Joaquín María del Castillo y Lanzas, ratifica la negativa a Slidell. En marzo de 1846, el enviado regresa a los EUA sin ser recibido por las autoridades mexicanas. La vía diplomática había fracasado.
Sin embargo, desde mediados de enero de 1846, el secretario de guerra estadounidense, William Learned Marcy, giró instrucciones al general Zachary Taylor para que, junto con sus tropas, se instalara en la ribera oriente del Rio Bravo. Le sugerían que Punta Isabel podía ser el lugar indicado o bien que lo hiciera en algún otro situado frente a Matamoros y Mier y en las inmediaciones de Laredo. A inicios de febrero, Taylor respondió que el primer sitio, al que también denominaba Brazos de Santiago, era el mas indicado pues estaba situado en la ribera opuesta de Matamoros. Entre los asuntos que trataban Taylor y Marcy, se encontraba el de los derechos de navegación por las aguas del Bravo. Al parecer el primero tomaba como uno dado el poder hacerlo sin problemas y hasta afirmaba: “el pueblo que reside en el Río está bien dispuesto hacia nuestro Gobierno. Nuestro avance hacia el Río Grande [Bravo] producirá por sí mismo un poderoso efecto, y pudiera suceder que la navegación común del Río no nos sea disputada.”