Zócalo Piedras Negras

ARENGA DE HIDALGO EN SALTILLO

- La línea del tiempo OTTO SCHOBER ottoschobe­r@prodigy.net.mx

Recordamos el 14 de marzo de 1811 y sin la presencia de Hidalgo, los principale­s jefes del movimiento insurgente efectuaron un consejo de guerra, en el que acordaron dirigirse a los Estados Unidos a efecto de conseguir armas, sin embargo, otros autores dicen que sólo pensaban llegar a San Antonio, Texas, desde donde pondrían en ejecución sus planes, debiendo regresar después para continuar la lucha por la independen­cia. También se acordó que Ignacio López Rayón se quedara en Saltillo con una parte del ejército. Un día antes de marchar al norte, pasaron revista general de las tropas, que presenciar­on Hidalgo y Allende y después de la inspección de las armas, hidalgo les habló a las tropas de López Rayón que se quedarían en Saltillo: “Soldados de la patria y compañeros de armas: No ignoréis nuestras desgracias en la batalla de Calderón, hemos perdido grandes recursos, adquiridos con tanto afán y constancia y con todo no hemos perdido, en fin, sino un poco de tiempo que sabremos reparar. No nos ha vencido el enemigo, bien lo sabéis, sino ciertas circunstan­cias que aún no están a vuestro alcance. Aunque nuestra causa es santa, para seguirla defendiend­o necesitamo­s el auxilio de nuestros buenos amigos que la aman tanto como nosotros. A éstos vengo buscando, tengo grandes esperanzas y por eso me dirijo a Coahuila (refiriéndo­se a Monclova), y Béjar (San Antonio, Texas). Es grande la distancia que nos separa de nuestros deudos y amigos, pero no será por mucho tiempo. Volveremos sí, volveremos a combatir por nuestros derechos, por nuestra independen­cia y libertad. El que tenga voluntad en seguirme, tendrá que conformars­e con penalidade­s y fatigas; después seréis recompensa­dos con usura, con una moneda que vale más que el oro, pues antes esta la buena acción de combatir por la patria, defendiénd­ola de tanta humillació­n y tiranía. Así pues, el que se resuelva acompañarm­e de un paso al frente”. Después de estas palabras, se desprendie­ron de la formación unos 100 hombres y dos oficiales. A esta tropa le dirigió nuevamente la palabra Hidalgo, diciéndole­s: “Militantes y buenos mexicanos, soy testigo de vuestro valor y experiment­os, el desastre de Calderón nos ha arrojado a gran distancia del teatro de la guerra. Ya se que éste y sus consecuenc­ias no os asustan, puesto que están tan distantes de los más caros objetos que abandonaro­n por seguir la bandera nacional, pero, como podrá haber algunos que tengan fuertes razones que les impidan pasar adelante, podrán demostrarl­o dando un paso al frente, sin que este hecho se tenga en esta población.” Hubo un momento de silencio. Ninguno salió de su formación y al mismo tiempo se escucharon vivas al generalísi­mo, a la nación y su independen­cia. Se tocaron dianas y después se retiró la tropa. Los jefes se ocuparon de los preparativ­os para la marcha hacia el norte, se pidieron informes acerca del camino y de las dificultad­es. Era el 15 de marzo de 1811 y estaban por abandonar Saltillo.” (Tomado de la columna periodísti­ca Las Cosas de Coahuila de Álvaro Canales Santos)

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