¿Quihubo, mi chato?
Seguramente usted tiene por lo menos un amigo, amiga o pariente a quien le apodan “el chato” o “la chata”. No es raro el caso de un individuo o individua a quien todo el mundo conoce por esa característica nasal y ni siquiera sabe su nombre real… “Oye y el ‘chato’ ¿cómo se llama?” “Pues se llama Malaquías Espiricueta…” “Uy, ¡qué flojera! Mejor le sigo diciendo ‘el chato’”. Siempre se va uno por el nombre que le resulta más cómodo.
En España la palabra “chato” tiene una acepción muy popular: Chatos son unos vasos cortos —chaparritos diríamos los mexicanos— y anchos en los cuales se suele servir el vino. Por lo tanto, el verbo chatear ya es conocido desde tiempos inmemoriales en las tierras españolas, pero con un significado muy diferente al que se le da en esta era digital. Chatear, para los hijos de la Madre Patria es sencillamente “echarse unos chatos”, con lo que cualquiera se puede poner “hasta atrás”.
El “chateo” que se hace a través de diversos dispositivos electrónicos es una palabra que tiene su origen en el verbo charlar el cual viene del italiano ciarlare que es equivalente a platicar, conversar de una manera informal.
De la misma forma, una charla es una plática o puede ser una conferencia, pero se le denomina charla cuando no se hace de una manera muy formal. Charlar es una variación de parlar que significa sencillamente hablar, y a su vez el verbo parlar viene del latín parabolare que significa decir parábolas, o sea decir palabras.
Del verbo charlar deriva también el charlatán, un individuo que habla y habla y dice muchas cosas pero sin sustancia y generalmente lo hace con el fin de envolverte en su palabrería y venderte un remedio o alguna otra mercancía de mala calidad. Al charlatán callejero también le llamamos merolico.
Relacionado fonéticamente con estas palabras recordamos el nombre de Charlot, un personaje creado por Charles Chaplin en el cine mudo y que era un tipo al que le pasaba todo, de todo y algo más… Era el clásico tipo infeliz al que todo le salía mal y que con sus desventuras nos hacía reír hasta el cansancio.
Charlot llegó a ser tan popular mundialmente que acuñó o hizo acuñar algunos vocablos como el de la charlotada que ingresó al Diccionario como un festejo taurino bufo, y se hace extensivo a otro significado: el de cualquier actuación pública grotesca o ridícula.
Para destacar la intrascendencia de una charla puede ser que en lugar de charlar apliquemos el verbo charlotear, que luego se deriva hacia chacotear, que es precisamente ese acto de hablar ruidosa y escandalosamente, como lo hacemos tantos hombres y que después lo atribuimos como una característica exclusiva de las mujeres.
La verdad es que todos charloteamos de vez en cuando, ¿o no es cierto?
Consultorio Verbal
comodijo2@hotmail.com Twitter: @comodijo
PREGUNTA DEL PÚBLICO. Toñito Tamez pregunta: ¿cuál es la diferencia entre meta y objetivo?
RESPUESTA: La meta es el punto final señalado para una carrera. Meta también se usa para señalar el punto o zona hacia el que se dirigen las acciones o deseos de alguien. En una definición de objetivo, es un punto hacia el que se dirige una determinada operación. En ese caso, el objetivo se puede decir que es como una meta que se pretende alcanzar y por lo tanto en ese caso, meta y objetivo pueden usarse como sinónimos.
AHORA PREGUNTO: ¿Qué es la cueca? a. Un baile sudamericano. b. Una flor morada. c. Una mantilla o rebozo de muchos colores.
d. Una bebida de maíz fermentado.
RESPUESTA: a. La cueca es un baile que se practica en América del Sur, desde Colombia hasta Argentina y Chile. En él se representa el asedio amoroso del hombre hacia la mujer.
Frase consoladora para terminar: A los viejos nos gusta dar buenos consejos, para consolarnos de que ya no podemos dar malos ejemplos. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.