AMLO: ‘DEL TORO ES UN ORGULLO PARA MÉXICO’
Pasaron los premios Oscar y nos dejaron otro motivo para celebrar en México: el premio de película animada para el jalisciense Guillermo del Toro y el gran equipo que lo apoyó en la aventura. Felicidades.
Otra pequeña gloria para Jalisco y en especial su capital: recibí una joyita, de título Esta Vida es un
Sufrir, cuyo subtítulo lo dice todo: Las cantinas de Guadalajara (18982023). Se trata de un libro que reseña 50 capillas tapatías del dios
Baco, casi todas vigentes. Tan sólo cinco de ellas acaban de cerrar sus puertas.
El contenido es un prodigio de memoria, pero también de investigación. En él, Luciano Sandoval plasma recuerdos, anécdotas, datos históricos, reseñas culinarias y hasta tips prácticos para los no iniciados. Claro, los datos para localizarlas están más que claros, por lo que no tardarán las peregrinaciones en grupo para visitarlas con devoción como a iglesias en Cuaresma.
Y si se tardan, habrá que ir organizando las propias. Lo digo porque vale la pena: pocas actividades definen al ser adulto y civilizado como la visita a las cantinas. Lo digo en serio. No es casualidad que las más antiguas sean consideradas “de ambiente familiar” y permitan la entrada de menores.
Porque una cantina, como una cafetería, son lugares de esparcimiento y roce social. Una manera de adquirir habilidades sociales y departir con los congéneres, sin desbarrar.
Esas importantes habilidades y la de beber con moderación deben adquirirse desde temprana edad, precisamente para no convertir esa actividad en un tabú que sólo puede romperse en casos extremos… que a su vez lo empujan a uno al barranco. Y se convierte en un círculo vicioso.
Hablando de eso, aprovecho para mandar un fraternal saludo a mis propios compañeros de excursiones a bares y cantinas. No sé por qué me acordé de pronto de tan finas personas.
Pero no dejen que me distraiga: el libro de Chano Sandoval es muy generoso con su materia de estudio, pues está repleto de momentos emotivos y anécdotas sabrosas de las muchas horas de vuelo que habrá pasado en todos y cada uno de los lugares reseñados, siempre, asumo, con una sed de conocimiento casi tan profunda como la que lo ha llevado a pedir su bacacho con cococha y sus hielitos tintineando.
El mismo Chano es un personaje tapatío que, como dice el tropo, si no existiera habría que inventarlo. Punketo en sus mocedades, taurino después y desde siempre aficionado a las cantinas, no estudió el tema para escribir su libro, sino que lo conoce también y desde adentro que fue urgido a hacerlo, por sus amigos y compañeros de andanzas.
Este jueves les sigo contando de los avatares de este libro.