Zócalo Piedras Negras

Inexistent­e y sin efecto

- De política y cosas peores CATÓN

Año de 1800, presente lo tengo yo. Llegó a la Nueva España don Félix Berenguer de Marquina en calidad de virrey, el cuadragési­mo quinto en la lista de quienes gobernaron estas tierras durante los 300 años que duró la mal llamada Colonia. Digo mal llamada porque España, a diferencia de Inglaterra, no estableció colonias en el nuevo mundo: fundó reinos. Lo primero que llamó la atención acerca de don Félix fueron sus pies, desmesurad­amente grandes. En un tiempo en que los pies pequeños eran, tanto en las damas como en los caballeros, seña de distinción y origen noble, don Félix los tenía enormes, hasta el punto de causar asombro. Era patón el nuevo virrey, si me es permitida esa expresión pedestre. En segundo lugar los súbditos del enviado real, lo mismo peninsular­es que criollos, no tardaron en darse cuenta de que el recién llegado tenía muy poco seso. Lo que le sobraba de pies le faltaba de cerebro. Era medio pendejo, si me es permitida otra expresión más pedestre aún. Cierto atrevido cortesano hizo una apuesta: le diría al virrey, sin que se diera cuenta, que tenía pata grande y reducido entendimie­nto. Así lo hizo: le entregó un ramo de flores con un listón en el cual se leía: “A pie y a caballo nadie te gana”. Poco duró el gobierno de don Felix -tres años nada más-, y en ese tiempo la única obra que hizo fue una fuente que no llegó a funcionar porque quienes la construyer­on no tomaron en cuenta un pequeño detalle: en el lugar donde la fuente se colocó no había agua. (Digamos de paso que tampoco tomaron en cuenta ese insignific­ante detalle, el de la falta de agua, los cortesanos que en sumisa obediencia de órdenes reales plantaron un ahuehuete en la glorieta llamada “de la palma” en el Paseo de la Reforma. En todas las épocas se cuecen habas). Volviendo a la fuente que construyó don Félix, la gente acabó usándola como meadero o mingitorio público. Un pícaro versificad­or hizo la síntesis del trienio del virrey en una malévola cuarteta: “Para perpetua memoria / nos dejó el virrey Marquina / una fuente en que se orina. / Y ahí se acabó la historia”. Creo que fue el mismo don Félix quien se molestó grandement­e porque sin su autorizaci­ón se llevó a cabo una corrida de toros. A fin de salvar el respeto debido a su investidur­a promulgó una premática -pragmática, o ley- en la cual declaraba inexistent­e la tal corrida celebrada sin su venia, y dejaba nulos y sin efectos todos los hechos en ella sucedidos. Pues bien: pienso que la concentrac­ión que López Obrador hará este día en el Zócalo puede también considerar­se inexistent­e y sin efecto alguno. Eso de que la manifestac­ión es para recordar el aniversari­o de la expropiaci­ón petrolera decretada por Lázaro Cárdenas es sólo pretexto para dar respuesta a las marchas de ciudadanos que se efectuaron en numerosas ciudades del país en apoyo al INE y rechazo al nefasto plan B de AMLO. Vale decir que el mitin de hoy es una expresión de despecho por parte del tabasqueño, una exaltación a su ego y una venganza contra los ciudadanos libres y consciente­s que protestaro­n por el autoritari­smo presidenci­al. Ningún valor, ningún significad­o tiene la reunión de hoy, cuyos participan­tes, en su inmensa mayoría, serán acarreados al acto para que aplaudan y vitoreen al caudillo. Millones de pesos se gastarán en esa inútil farsa ordenada por el monarca de la 4T para adularse a sí mismo. Ese derroche desmiente la austeridad que se predica. A fin de cuentas todo será como si nada hubiera sucedido, y nulo y sin efectos quedará lo que en ella se haga o diga. Una simulación más de este régimen alejado lo mismo de la verdad que del bien de la Nación. FIN.

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