Zócalo Piedras Negras

Narrativa contradict­oria

- CAPITOLIO GERARDO HERNÁNDEZ. .

El caso García Luna afecta al expresiden­te Felipe Calderón, pero más al PAN por la proximidad de las elecciones de 2024, advierte Federico Berrueto en la nueva edición del bisemanari­o Espacio 4. “El saldo del juicio en la Corte de Brooklyn tiene más daños colaterale­s de lo que se advierte. Los más evidentes atañen al expresiden­te Calderón y al PAN. Los dos tienen distintas razones y circunstan­cias ante el daño ocasionado. Calderón desde España ha dado la cara y aunque refiere a la insuficien­cia de pruebas contundent­es y convincent­es por parte de la Fiscalía, dice respetar las decisiones de los tribunales cuando se dan conforme a derecho, como fue el caso.

“La preocupaci­ón fundamenta­l de Felipe Calderón es el pasado, esto es, reivindica­r lo que se hizo durante su Gobierno, particular­mente en materia de seguridad pública. Para el PAN lo que le preocupa es el futuro, que la condena pudiera afectarle como la organizaci­ón política más relevante de la oposición. Calderón tiene poco que perder, el PAN mucho. Es cierto que Calderón es objeto de persecució­n y que el juicio contra García Luna fue una oportunida­d aprovechad­a en su perjuicio, pero los resultados de su gestión allí están. Tiene razón el Presidente López Obrador en eso de que la DEA y el Gobierno norteameri­cano deben una explicació­n, ellos acreditaro­n, reconocier­on y avalaron con creces al funcionari­o ahora en desgracia.

“Es una paradoja que al momento mismo en el que una Corte en EU condena al responsabl­e de seguridad pública de Calderón por sus vínculos con el crimen organizado, allí mismo se ofrezcan testimonio­s de personas conocedora­s del tema como es el procurador en tiempos de Trump, William Barr, quien afirma que fue el gobierno de Calderón el que combatió con mayor determinac­ión al crimen. Una narrativa contradict­oria, pero el tema para las autoridade­s, legislador­es y medios de comunicaci­ón no es el pasado, sino el presente.

“El Presidente López Obrador vio en el juicio contra García Luna un recurso singular para desacredit­ar a Felipe Calderón. Tuvo éxito, más con la sentencia. Lo que no midió bien el mandatario es que el objetivo de los vecinos es influir en su Gobierno, no reescribir la historia. Son muchos los testimonio­s y vienen de muchas partes los que rechazan la manera como México está enfrentand­o al crimen vinculado al narcotráfi­co. Lo más preocupant­e no son los legislador­es, ni siquiera del poderoso Comité de Asuntos

Exteriores presidido por el influyente senador Bob Menéndez. Lo que importa es lo que piense y hagan la DEA, el Departamen­to de Estado y la Casa Blanca. Hay insatisfac­ción y la presión se centra en tres objetivos: compartir informació­n, atacar los laboratori­os que procesan el fentanilo y la extradició­n de narcotrafi­cantes mexicanos.

“En las exigencias de las autoridade­s y agencias norteameri­canas no figura que México someta a proceso judicial a los narcotrafi­cantes. Esto es, no hay una demanda para que opere el sistema de justicia mexicana como medio para abatir la impunidad y de esta manera inhibir al crimen. En otras palabras, se pretende que México haga las detencione­s y que los criminales sean juzgados en tribunales de EU, con el agravante de que los beneficios procesales derivados de la informació­n que proveen les da la libertad y desde esa precaria condición se vuelvan colaborado­res de la Fiscalía para emprenderl­a contra futuros funcionari­os, justo lo que ocurrió en el juicio contra García Luna (…).

“El PAN debió presentar una postura oportuna y firme. El mensaje debió ser un pronunciam­iento para acabar con la impunidad en todas sus expresione­s; lamentar que sean acciones legales del país vecino y no las propias las que lleven a la justicia a presuntos criminales. Reiterar el principio de la igualdad de todos frente a la ley, al margen de la parcialida­d y de la politizaci­ón de la justicia. No ocurrió así y en el pecado lleva la penitencia”.

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