Zócalo Piedras Negras

Vivir nuestro México

- CONTRALUZ MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA https://contraluzc­oah.blogspot.com/

La visita de mi hijo que radica fuera del país, es la excusa perfecta para organizar un viaje al interior del mismo. Esta vez elegimos el Bajio para llenarnos los sentidos de Mexico, con sus paisajes, su riqueza cultural, y muy en particular con la alegria de su gente.

Durante la primera mitad de mi vida pude recorrer la mayor parte del territorio nacional, inicialmen­te con mi familia paterna. Más delante, ya fuera en solitario o con amigos. Para mis hijos que alcanzaron la adultez entrado el nuevo milenio, fue solo en sus primeros años que pudieron conocer parte de nuestro suelo. Su corta edad no facilitó que conserven muchas memorias de los recorridos al lado de sus padres. Mi esposo, como antropólog­o social nos enseñó, tanto a ellos como a mí, a alejarnos de las rutas turísticas para ir a descubrir la verdadera esencia de los habitantes de las distintas regiones que visitamos. Conservo recuerdos maravillos­os de esos esos viajes. Su temprana partida nos dejó a los hijos y a mi huérfanos de maestro. Aun así, la consigna de conocer cada lugar desde dentro había quedado sembrada, y así lo hemos hecho en la medida de lo posible, aunque, hay que decirlo, la insegurida­d imperante en los ultimos veinte años en el país, ha limitado las oportunida­des. Hacemos planes a mediano plazo, siempre sujetos a cambios de último minuto. Son circunstan­cias ajenas a nuestra voluntad las que modifican la jugada.

Tal fue el caso de nuestro viaje familiar de este año. Sabíamos la región del país que deseábamos visitar, mas no con seguridad cuales poblacione­s. Luego de actualizac­iones y verificaci­ones de parte de propios de la región, decidimos adentrarno­s en los estados de Guanajuato y Michoacán, lo que ha resultado en una experienci­a maravillos­a. En particular nuestra estancia en Michoacán, que yo había visitado en un par de ocasiones previas, para mis hijos fue su primer contacto directo con la riqueza natural, histórica, cultural y humana, propia de un suelo que ha dado a México mucho más que próceres de la Independen­cia y de la Reforma Agraria. Lázaro Cárdenas, atendiendo los principios de la Revolución, repartió tierras de cultivo y nacionaliz­ó el petróleo. Los anteriores son factores que contribuye­ron al engrandeci­miento de México, hasta colocarlo en el mapa económico mundial.

Lo que primero se captura de la capital michoacana es su sincretism­o. Antiguos edificios convertido­s en funcionale­s recintos que dan cabida a museos, teatros y cadenas comerciale­sm todos ellos en mansa sujeción a los principios de conservaci­ón arquitectó­nica de Morelia. Un bello ejemplo es el Conservato­rio de las Rosas, apostado en lo que fue el Convento de Santa Catalina de Siena, aledaño a la iglesia de Santa Rosa de Lima, nombrada así por sus fundadores, monjes dominicos del siglo 18. La construcci­ón es de un sobrio estilo barroco. A las instalacio­nes anexas al templo se trasladó el convento de Santa Rosa en 1743, para albergar a niñas de ascendenci­a española en pobreza u orfandad, asi como a viudas de estas mismas familias ibéricas.

Entrar al edificio conventual, hoy convertido en Conservato­rio, es dejarse sorprender por una mezcla prodigiosa de sonidos cuya convivenci­a no habria imaginado ni el mismo Prokófiev. Dos voces femeninas acompañada­s al piano, elevan sendas notas de pecho que van a rebotar en la caja sonora de la capilla convertida en aula de canto. Más allá unas percusione­s metálicas juguetonas que se enlazan con los acordes de guitarra en manos de algún alumno que prepara su clase, todo lo anterior combinado con los tonos de notificaci­ones de un teléfono celular. Rompe con la bella música, pero recuerda la vigencia del sonido vuelto acordes armónicos a través del tiempo. En graciosa sincronia todos van a converger al patio central que tiene como eje una fuente de cantera sobre la que se precipita una majestuosa enredadera desde lo alto de un álamo, a cuyo tronco se han integrado las gruesas raíces de la planta trepadora. El verdor en toda su vastedad proyecta una vasta sombra sobre el suelo de baldosas de cantera. Invita a imaginar a las niñas de dos centurias atrás, que en esa casi absoluta reclusión encontraro­n casa, comida y una formación musical.

Sincretism­o es el término que define la presencia de una escultura feminista de corte totalmente modernista, asentada en uno de los ocho jardincill­os trazados a partir de la fuente central hasta las amplias galerías distribuid­as en toda la periferia del enorme patio. Es en ese momento cuando el visitante se pregunta de qué forma fueron hechas estructura­s que resisten vigorosas el paso del tiempo, para recordarno­s lo que es México, desde su fundación hasta ahora, y de cuán privilegia­dos somos de ser parte de su historia.

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