La zona de confort y la comparación jurídica
Existe un dicho popular que dice lo siguiente: “lo que siempre quisiste, está fuera de tu zona de confort”. Esta frase es una invitación a superar nuestros límites, a ser flexibles (sin perder nuestra esencia) y a buscar lo que de verdad nos hace felices. Sin embargo, muchas veces nos gana el miedo.
El miedo puede ser aterrador y normalmente lo tenemos cuando nos enfrentamos a algo desconocido (que puede ser real o solamente existir en nuestra imaginación) que se hace más grande y espantoso de lo que realmente es debido a que en realidad no lo podemos controlar.
Esto, porque no podemos controlar lo que no conocemos o lo que en realidad no existe. Crecimos con grandes problemas de inseguridad y asustados. Nadie nos enseña, hasta que la vida nos obliga a aprenderlo, que el miedo no es otra cosa que falta de amor.
Pero no me refiero al amor entendido como el amor romántico que parece la única aspiración de nuestras vidas (especialmente de las mujeres, a decir la verdad), que nos obliga a sentirnos completas y completos solamente si estamos en pareja (de preferencia bajo matrimonio) y con hijas e hijos.
Me refiero a la ausencia de amor propio, hacia nosotros mismos. No podemos pretender que nos amen si nosotros no somos los primeros en hacerlo. O la alternativa es que los demás nos amen de la misma manera en que nosotros nos amamos. Cada uno de nosotros tienen la tarea de reflexionar sobre si se ama o no.
Sin embargo, amarse significa también buscar lo que nos hace felices. No hay felicidad sin amor. Y buscar la felicidad y las mejores opciones, en la mayoría de los casos, significa salir de nuestra zona de confort.
Existen muchas herramientas para salir de nuestra zona de confort. Podemos empezar mirando a nuestro alrededor, para explorar si también vemos otras opciones que nos pueden hacer más felices y ofrecernos mejores soluciones.
Podemos aplicar este criterio también al mundo jurídico. En nuestras actividades como profesionales del derecho (cualquiera que esta sea, como jueces, magistrados, litigantes, notarios, funcionarios) podemos buscar más y mejores soluciones saliendo de nuestra zona de confort.
En esta metáfora, la zona de confort es representada por el derecho nacional cuya aplicación es, por supuesto, una obligación para muchos operadores jurídicos (como, por ejemplo, los jueces, los legisladores, los funcionarios) pero, en muchos casos, “asomarnos a la ventana”, nos permite encontrar mejores soluciones a las que quizás no habíamos pensado y que quizás, nos pueden abrir los ojos y hacernos ver las cosas desde una distinta perspectiva.
La curiosidad nos permite “asomarnos a la ventana”. Pero muchas veces, no es suficiente. Es también necesario abrir la puerta y salir a explorar otras realidades jurídicas. La comparación jurídica nos permite inmiscuirnos en nuevas realidades jurídicas. Así nos obligamos a salir de nuestra zona de confort y buscar nuevas oportunidades y soluciones que puedan enriquecer nuestra esencia (el derecho nacional que es lo que somos y estamos obligados a aplicar) pero con una mirada y una perspectiva distinta.
La inclusión de la comparación jurídica en nuestras actividades nos permite salir de nuestra zona de confort y, quizás, una vez que hayamos aprendido la técnica y sus grandes ventajas, podremos sentirnos en un área de confort mucho más grande.