El perdedor del año en Coahuila
En algo se tienen que entretener los precandidatos a gobernador del estado para mantenerse vigentes frente a una masa de hipotéticos votantes. Necesitan, por decirlo en términos de posmodernidad, “crear contenido” para obtener “visibilidad y nuevos seguidores”. Y al mismo tiempo cuidarse del árbitro, que no los descalifique por promover el voto, prohibido en esta fase del proceso electoral.
En ese batidillo absurdo Mejía Berdeja, el aspirante que llegó al quinto partido (PT), destinó un par de jornadas de los 48 días de intercampaña para presentar un libro de su autoría, denominado “Mi lucha contra el Moreirato y por la transformación de Coahuila”.
Justo es decirlo: Otros autores han titulado antes una obra de pulsiones personales y elementos autobiográficos “Mi Lucha”. Hitler, por ejemplo, en 1925.
En escasas 46 páginas totales, ocho de las cuales ocupan la hoja en blanco con fotografías de relleno, el libelo de edición artesanal recopila los discursos que ha pronunciado Ricardo Sóstenes a lo largo de los actos anticipados de campaña que cometió de abril a diciembre de 2022, este último, mes en que fue publicado, inmediatamente después a ser defenestrado por Morena en la convocatoria para designar coordinador de los -inexistentes hasta la fechacomités de Defensa de la Cuarta Transformación en Coahuila. Se podría decir que sin ese antecedente de fracaso jamás hubiese visto la luz.
Sin un hilo conductor que de sentido a los 16 capítulos y sin un orden lógico ni correlación entre sí, Berdeja enuncia lugares comunes y frases hechas, además de echar mano de recursos gastados como repetir 42 veces la palabra “Moreirato”.
Sin presentar pruebas ni citar mayores referencias bibliográficas que algunos datos económicos oficiales, el texto es un testimonio de oídas, arrebatado, coyuntural, sin apego a los hechos ni verificación de los mismos, y sin un valor que trascienda tiempo y espacio. No es un documento de consulta para eventuales nuevas generaciones, ni siquiera para quienes estudian actualmente ciencias políticas. No es elocuente la narración, no presenta una propuesta concreta, no entusiasma ni provoca interés por la lectura.
Dirigido a un lector inexistente, por instantes el argumento se percibe lejano al contexto donde pretende influir, acaso porque su autor no lo conoce de primera mano (Mejía, como se recordará, radicó por más de 15 años consecutivos en Acapulco).
Tampoco es una idea innovadora. En 2005, previo a la selección de candidato del PRI a la gubernatura de la entidad, Javier Guerrero García, a la sazón aspirante de aquél partido, presentó el libro “Mi visión de Coahuila: Origen y pasión”.
Ahí sí, a diferencia del caso que nos ocupa, hubo un trabajo editorial (con Porrúa) y más allá de eso, inclusión de temas que pretendían ocupar un espacio en la agenda pública local y convertirse a la postre en alternativa para el debate. En 2017, ya como candidato independiente al mismo cargo, Guerrero reimprimió una versión actualizada. En ambas ediciones, además del contenido intelectual, el desarrollo de la trama lo salpimientan anécdotas familiares y laborales, situación que no sucede con Berdeja, quien oculta en cambio pasajes completos de su vida, como si la historia hubiese comenzado apenas en 2022.
Entonces no es ‘lucha’, sino oportunismo.
Cortita y al pie
Por lo demás, Sóstenes Berdeja no es relevante por sí mismo, sino por su irrupción en un tablero estatal que reclama un jugador con ciertas características. Puede ser uno u otro, más joven o más viejo, de género indeterminado, ya que su personalidad no es importante para el fin que persigue un público potencial.
Una parte del electorado en Coahuila -lo hemos experimentado a lo largo de la década más reciente- demanda perdedores; sujetos dispuestos a inmolarse y victimizarse llevando las ‘justas causas’ a la orilla del despeñadero (representado por la jornada electoral), y aventarse al vacío sin paracaídas ni red de protección.
Es un nicho de oportunidad, una casaca libre para que alguien, cualquiera que sea, llegue y se la ponga sin importar sus aptitudes individuales.
Significa el oportunismo político más descarnado y es, probablemente, la posición más fácil de jugar. Todo se reduce a copiar una campaña de consignas probada con anterioridad. O de cantaletas, según se vea. Quien se lo proponga en posteriores elecciones, tal y como ha sucedido en los últimos 10 años ininterrumpidamente, obtendrá una preferencia electoral en automático. Mucho menor a lo que hubiese logrado en 2012, pues el discurso se desgasta, pero suficiente para negociar prebendas o intercambiar favores con el poder, antes, durante y después de los comicios.
La última y nos vamos
Tan sencillo como esto: repita usted frente al espejo “Cárcel a Los Moreira”, y “Qué pasó con la Megadeuda”.
¡Voilá!: ante sus ojos tiene a un potencial candidato a cualquier cosa en Coahuila. Lo quiera o no.