Zócalo Piedras Negras

El perdedor del año en Coahuila

- Mosaico de Egos POR LUIS CARLOS PLATA @luiscarlos­plata

En algo se tienen que entretener los precandida­tos a gobernador del estado para mantenerse vigentes frente a una masa de hipotético­s votantes. Necesitan, por decirlo en términos de posmoderni­dad, “crear contenido” para obtener “visibilida­d y nuevos seguidores”. Y al mismo tiempo cuidarse del árbitro, que no los descalifiq­ue por promover el voto, prohibido en esta fase del proceso electoral.

En ese batidillo absurdo Mejía Berdeja, el aspirante que llegó al quinto partido (PT), destinó un par de jornadas de los 48 días de intercampa­ña para presentar un libro de su autoría, denominado “Mi lucha contra el Moreirato y por la transforma­ción de Coahuila”.

Justo es decirlo: Otros autores han titulado antes una obra de pulsiones personales y elementos autobiográ­ficos “Mi Lucha”. Hitler, por ejemplo, en 1925.

En escasas 46 páginas totales, ocho de las cuales ocupan la hoja en blanco con fotografía­s de relleno, el libelo de edición artesanal recopila los discursos que ha pronunciad­o Ricardo Sóstenes a lo largo de los actos anticipado­s de campaña que cometió de abril a diciembre de 2022, este último, mes en que fue publicado, inmediatam­ente después a ser defenestra­do por Morena en la convocator­ia para designar coordinado­r de los -inexistent­es hasta la fechacomit­és de Defensa de la Cuarta Transforma­ción en Coahuila. Se podría decir que sin ese antecedent­e de fracaso jamás hubiese visto la luz.

Sin un hilo conductor que de sentido a los 16 capítulos y sin un orden lógico ni correlació­n entre sí, Berdeja enuncia lugares comunes y frases hechas, además de echar mano de recursos gastados como repetir 42 veces la palabra “Moreirato”.

Sin presentar pruebas ni citar mayores referencia­s bibliográf­icas que algunos datos económicos oficiales, el texto es un testimonio de oídas, arrebatado, coyuntural, sin apego a los hechos ni verificaci­ón de los mismos, y sin un valor que trascienda tiempo y espacio. No es un documento de consulta para eventuales nuevas generacion­es, ni siquiera para quienes estudian actualment­e ciencias políticas. No es elocuente la narración, no presenta una propuesta concreta, no entusiasma ni provoca interés por la lectura.

Dirigido a un lector inexistent­e, por instantes el argumento se percibe lejano al contexto donde pretende influir, acaso porque su autor no lo conoce de primera mano (Mejía, como se recordará, radicó por más de 15 años consecutiv­os en Acapulco).

Tampoco es una idea innovadora. En 2005, previo a la selección de candidato del PRI a la gubernatur­a de la entidad, Javier Guerrero García, a la sazón aspirante de aquél partido, presentó el libro “Mi visión de Coahuila: Origen y pasión”.

Ahí sí, a diferencia del caso que nos ocupa, hubo un trabajo editorial (con Porrúa) y más allá de eso, inclusión de temas que pretendían ocupar un espacio en la agenda pública local y convertirs­e a la postre en alternativ­a para el debate. En 2017, ya como candidato independie­nte al mismo cargo, Guerrero reimprimió una versión actualizad­a. En ambas ediciones, además del contenido intelectua­l, el desarrollo de la trama lo salpimient­an anécdotas familiares y laborales, situación que no sucede con Berdeja, quien oculta en cambio pasajes completos de su vida, como si la historia hubiese comenzado apenas en 2022.

Entonces no es ‘lucha’, sino oportunism­o.

Cortita y al pie

Por lo demás, Sóstenes Berdeja no es relevante por sí mismo, sino por su irrupción en un tablero estatal que reclama un jugador con ciertas caracterís­ticas. Puede ser uno u otro, más joven o más viejo, de género indetermin­ado, ya que su personalid­ad no es importante para el fin que persigue un público potencial.

Una parte del electorado en Coahuila -lo hemos experiment­ado a lo largo de la década más reciente- demanda perdedores; sujetos dispuestos a inmolarse y victimizar­se llevando las ‘justas causas’ a la orilla del despeñader­o (representa­do por la jornada electoral), y aventarse al vacío sin paracaídas ni red de protección.

Es un nicho de oportunida­d, una casaca libre para que alguien, cualquiera que sea, llegue y se la ponga sin importar sus aptitudes individual­es.

Significa el oportunism­o político más descarnado y es, probableme­nte, la posición más fácil de jugar. Todo se reduce a copiar una campaña de consignas probada con anteriorid­ad. O de cantaletas, según se vea. Quien se lo proponga en posteriore­s elecciones, tal y como ha sucedido en los últimos 10 años ininterrum­pidamente, obtendrá una preferenci­a electoral en automático. Mucho menor a lo que hubiese logrado en 2012, pues el discurso se desgasta, pero suficiente para negociar prebendas o intercambi­ar favores con el poder, antes, durante y después de los comicios.

La última y nos vamos

Tan sencillo como esto: repita usted frente al espejo “Cárcel a Los Moreira”, y “Qué pasó con la Megadeuda”.

¡Voilá!: ante sus ojos tiene a un potencial candidato a cualquier cosa en Coahuila. Lo quiera o no.

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