Más que vencedoras en Cristo
CIUDADANOS DEL CIELO
Entre los romanos, la palabra “ciudad” se aplicaba a una comunidad política, soberana e independiente.
La ciudadanía -referida a la calidad y derecho de un ciudadanobrinda privilegios de tipo social, político, económico, religioso o cultural, propio o exclusivo de un país en particular.
Estos privilegios varían de una nación a otra con base en su desarrollo económico y sistema político, cultural y religioso imperante, lo cual ha llevado a millones de personas a buscar la ciudadanía de países que brindan mayores oportunidades y calidad de vida para ellos y sus familias, ya sea en forma legal o ilegalmente.
Cada día vemos cómo gente de todas las edades deja sus lugares de origen exponiendo su vida, su dignidad y sus valores en pos de un sueño que si bien ha sido alcanzado por muchas personas, en su mayoría, a costa de perder su identidad (saben de dónde vienen, pero ya no están seguros de quiénes son), además de pagar un alto precio debido a la separación de familias completas, dejando sentimientos de dolor, soledad y abandono en aquellos que se quedan.
El apóstol Pablo (llamado Saulo de Tarso) estaba orgulloso de su ciudad natal, y como ciudadano romano disfrutaba de todos los privilegios y ventajas de su herencia y de su ambiente; ventajas que Dios usó para hacer de él el líder misionero que traspasó barreras culturales, sociales, económicas, lingüísticas, etc., para llevar el evangelio a las regiones más remotas, cumpliendo así el mandato de Jesucristo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Marcos 16:15-16
El apóstol Pablo reconocía y apreciaba los beneficios de Dios en su vida y tenía muy claras sus prioridades en cuanto al llamamiento que había recibido, poniendo toda su confianza y esperanza en un reino espiritual, incorruptible y eterno.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a si mismo todas las cosas”. Filipenses 3:20-21
La supremacía del Reino de los cielos no exime a los creyentes de sus responsabilidades y deberes para con el reino de los hombres y así lo señala el Apóstol Pablo:
“Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios y las que hay, por Dios han sido establecidas.” Romanos 13:1
Nos corresponde orar por nuestros gobernantes y participar en los procesos que se realizan para elegirlos, con responsabilidad y confianza en los propósitos de Dios para la paz y la prosperidad de la ciudad y de sus ciudadanos.
¿Cuáles son las características del Reino de los cielos y sus beneficios?
La Biblia dice que el Reino de
Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Romanos 14:17
¿Cómo podemos ser parte del Reino de Dios?
Jesucristo le dijo a Nicodemo, un maestro de Israel y principal entre los judíos:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”. Juan 3:5
Arrepentimiento y fe en el Señor Jesucristo es el pasaporte que nos da amplia entrada al Reino de los cielos.
Jesucristo es el camino y es la puerta, la única puerta de acceso a todas las riquezas de la herencia de Dios para sus hijos. Él lo dijo en su palabra:
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos”. Juan 10:9
Querido lector, ¿Has obtenido ya esta ciudadanía?
No hay nada en el mundo comparable a sus beneficios.
ALMA ROSA SARABIA MÉNDEZ