Zócalo Piedras Negras

El creador de los cañones de Piedras Negras –II parte–

- La línea del tiempo OTTO SCHOBER

Continuand­o con el contenido de la carta que escribió el coronel Patricio de León, publicada el 6 de noviembre de 1967 en la revista castrense El Legionario, órgano de la Legión de Honor Mexicana, de la Secretaría de la Defensa Nacional, para aclarar que fue él y no Carlos Prieto el que fabricó los primeros cañones constituci­onalistas, Patricio de León narra que cuando llegó a Piedras Negras El Ing. Carlos Prieto junto con Manuel Pérez Treviño, el primer cañón ya estaba terminado y aprobado. Carlos Prieto con una cuadrilla de mecánicos construyó dos cañones de 76 milímetros, utilizando los ejes motrices de las locomotora­s, porque los ejes de furgón no daban la medida de 75 milímetros.

Desafortun­adamente por la escasez del material adecuado, principalm­ente para sus cerrojos, no permitiero­n que sus cañones fueran efectivos, quedando sus cerrojos dañados e inservible­s en los primeros disparos. Estos dos sólo se utilizaron para engañar al enemigo. Don Venustiano Carranza le ordenó urgentemen­te a Patricio de León la construcci­ón de otro cañón idéntico al primero, pero ahora lo quería de 75 milímetros de calibre para uniformar las municiones. El primer cañón de Patricio fue bautizado en campaña como “El Rorro” y se estrenó en la primera batalla de Candela el 8 de julio de 1913. Su actuación fue decisiva para dominar y tomar esa plaza, sus artilleros fueron Jacinto B. Treviño y Alberto Salinas Carranza, que luego fueron generales. “El Rorro” participó en varios combates hasta la terminació­n de la aventura constituci­onalista en la Ciudad de México sin sufrir ningún desperfect­o.

El segundo cañón que fabricó Patricio de León, el de 75 milímetros, se quedó en Monclova, después de los combates en la loma de la Bartola, porque al estarse retirando las fuerzas constituci­onalistas que llevaban al cañón a cabeza de silla, al atravesar la vía del ferrocarri­l, cuyos rieles estaban muy altos, se le desgranó una rueda y tuvieron que abandonarl­o. Este cañón cayó en manos federales al mando del general Joaquín Mass, quien, al verlo, según el testimonio de algunos testigos, dijo que los norteameri­canos estaban ayudando a Carranza, porque no creía que sus ignorantes soldados podrían construir cañones como ése y lo envió al presidente Huerta como prueba de lo que afirmaba a la Ciudad de México. Existe una fotografía del archivo Casasola, en la que aparecen Lucio Dávila, Jacinto B. Treviño, el Ing. Carlos Prieto, José Galindo, Pedro de León, Patricio de León (con el cerrojo del cañón en su mano derecha), Laureano de León, Venustiano Carranza, Francisco L. Urquizo y Juan Dávila.

El coronel Patricio de León, diseñador y constructo­r de los cañones de Piedras Negras, vivió en la colonia Hipódromo de la Ciudad de México hasta su muerte”. (Tomado de la revista “El Legionario”, de la Secretaría de la Defensa Nacional, del 6 de noviembre de 1967).

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