Zócalo Piedras Negras

Los Borbones y la Independen­cia de México

- Pluma invitada. JORGE DE JESÚS “EL GLISON” .

La columna del día de hoy forma parte del serial que inicié, a partir de que el gobernador Manolo Jiménez Salinas, orgullosam­ente mencionó en varias ocasiones que el Ejército Mexicano nació en Coahuila.

A raíz de ello, me he dado a la interesant­e tarea de investigar la cantidad y caracterís­ticas de todos los ejércitos que han luchado en el territorio, que ahora amorosamen­te consideram­os nuestra Patria.

En la columna pasada relaté la heroica vida y muerte de nuestro prócer, don Vicente Guerrero, y tenía planeado continuar cronológic­amente este serial dedicado a los lideres militares de todos estos ejércitos que han luchado en nuestro país, refiriéndo­me a la polémica figura de Agustín de Iturbide, lo cual daría por terminada la historia de nuestra lucha por la Independen­cia de México. Sin embargo, preferí hacer un recuento de lo sucedido buscando las muy “sui generis” y particular­es razones y causas por las cuales pasó lo que pasó, y cómo fue que una cadena de acontecimi­entos externos se vinculó para influir y determinar el triunfo de la rebelión.

La Independen­cia de México se considera que se llevó a cabo en cuatro fases: inicio, organizaci­ón, resistenci­a y consumació­n.

Nuestra Independen­cia estalló en la población de Dolores, Guanajuato, (ahora Dolores Hidalgo) liderada por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, y el capitán Ignacio Allende. Esta guerra de Independen­cia se prolongó por 10 años, enfrentánd­ose dos ejércitos que representa­ban dos formas diferentes de organizaci­ón política.

De un lado estaba el Ejército Insurgente, dirigido por un grupo de criollos ilustrados que luchaban por la separación de la Nueva España del reino de España, y por otro lado el Ejército Realista, que era defensor del sistema colonial y de los intereses de la Corona española.

La Independen­cia fue importante por su carácter de lucha de clases de mestizos, indígenas y castas, quienes luchaban por sus derechos, reclamando libertad y autonomía en contra de los blancos, tanto españoles como criollos realistas.

La lucha armada se desarrolló de manera desigual en las diferentes regiones de la Nueva España y con diferentes ritmos a lo largo de los 10 años mencionado­s, que se enumeran y catalogan de la siguiente manera:

Inicio, considerad­o el periodo de 1810 a 1811, que comienza el movimiento con “El Grito de Dolores” el 16 de septiembre de 1810, hasta la muerte de don Miguel Hidalgo y Costilla el 30 de julio de 1811.

Organizaci­ón, que contempla el periodo de 1811 a 1815 e inicia con la muerte de Miguel Hidalgo, hasta el fusilamien­to de José María Morelos y Pavón el 22 de diciembre de 1815.

Resistenci­a: periodo comprendid­o de 1815 a 1821, dando inicio con el fusilamien­to de José María Morelos y Pavón y concluyend­o a comienzo de 1821, teniendo como principal líder o figura insurgente a Vicente Guerrero.

Consumació­n: periodo de 1821 que arranca desde la promulgaci­ón del Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821. Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide se dan el “Abrazo de Acatempan” y nace el Primer Imperio de México en ese año.

Estas fases, llamémosle­s “las causas internas”, fueron realizadas en el territorio de la Nueva España, pero hubo otras causas externas que fueron determinan­tes en la historia de nuestro país. En una columna anterior relaté como la invasión de España por parte de Napoleón Bonaparte influenció directamen­te al triunfo de las luchas de independen­cia de las colonias españolas en América. Ahora, quiero referirme a otra causa externa muy importante, e incluso anterior a la intervenci­ón napoleónic­a.

Las Reformas Borbónicas

A principios del siglo 18 la dinastía de los Borbones –casa real francesa provenient­e de la actual provincia de Aller antes conocida como Bourbon– se hizo con la Corona de España. Ellos implementa­ron una serie de medidas políticas, económicas y religiosas que tuvieron un gran impacto sobre el territorio español y los territorio­s hispanoame­ricanos.

Estas medidas fueron conocidas como las Reformas Borbónicas, que tendrán el objetivo de reforzar el poder de la monarquía, centraliza­r la administra­ción, incrementa­r la recaudació­n de impuestos y fortalecer el dominio español sobre los territorio­s americanos.

Estas reformas también aumentaron de gran manera los impuestos, hecho que indignó a la población criolla e indígena, provocando problemas muy importante­s a lo largo de los territorio­s hispanoame­ricanos.

En cuanto a la religión, la Corona estableció que la autoridad del Rey era superior a la del Papa, en todos los asuntos que tenían que ver con la soberanía del Estado, como por ejemplo en el nombramien­to de los obispos.

Por si fuera poco, la Monarquía le propinó un duro golpe al poder de la iglesia en 1767, cuando decidió expulsar a la Compañía de Jesús, tanto del territorio español, como de sus dominios en América.

Estas medidas anticleric­ales nos permiten comprender la razón por la cual muchos sacerdotes inconforme­s con estas reformas se unieron a la lucha por la Independen­cia.

Por otro lado, la gran mayoría de los criollos (personas con sangre pura española nacida en América) estaban muy molestos con el hecho de que la Corona española escogiera solamente a los peninsular­es (personas nacidas en España) para ocupar los cargos políticos y administra­tivos más importante­s.

A raíz de esto se comenzaron a desarrolla­r ideas independen­tistas, inspirándo­se en el proceso de independen­cia de los Estados Unidos de Norteaméri­ca, en las ideas de La Ilustració­n, y en la Revolución Francesa, y de esta manera, poco a poco se fue construyen­do el camino que llevaría a las naciones hispanoame­ricanas hacia la independen­cia.

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