Zócalo Saltillo

¿Embajador Valero o ratero?

- DAN T.

Hubo un robo en el banco: se metieron a la bóveda principal y se llevaron todo el dinero. A la escena del crimen llega el afamado inspector Poli Cleto y con solo dar una rápida mirada dictamina: “Este asalto fue cometido por gallegos”. La prensa, las víctimas, sus compañeros policías, todos, se sorprenden con el peritaje instantáne­o. “¿Cómo lo sabe, inspector? ¿Cómo sabe que fueron gallegos los ladrones?”, pregunta el cabo de guardia. Responde el inspector Poli Cleto: “Porque hicieron un hoyo para entrar y otro hoyo para salir”.

El caso del embajador mexicano Ricardo Valero sorprende por cinco razones:

1. Que sea tan bruto. Al igual que los gallegos del chiste, al embajador se le ocurrió robarse un libro en la librería más importante de Buenos Aires que, por lo mismo, es lógico pensar que tiene un sofisticad­o sistema de seguridad, el cual ya vimos que sí funcionó porque clarito se ve en los videos cómo el funcionari­o guarda el libro entre las páginas de un periódico, se pasea por la librería haciéndose requetebié­n güey, deja escondido el libro, compra unos discos y luego regresa por el libro y lo mete en la bolsa. Si ya de por sí es de locos que un funcionari­o del Gobierno que se dice tan honesto cometa una ratería así, lo peor es que el señor no tenía la más mínima necesidad de hacerlo. Como embajador tiene un sueldo de 230 mil pesos y el mugroso libro cuesta 179 pesos. ¿Para qué diablos alguien con ese sueldo y que lleva encima la representa­ción de todo un país, se animaría a cometer un hurto tan absurdo?

2. Las explicacio­nes: tanto del propio embajador, como de su familia, hemos escuchado las más ridículas explicacio­nes. Primero dijo que se le “traspapeló” y que no se dio cuenta. Ya vimos que eso no es cierto, que el robo fue planeado y descarado. Luego la familia y algunos de sus amigos han dado otras razones. Que porque ya está viejo (76 años) y se le va el avión. Si eso es cierto, ¿cómo puede seguir siendo embajador? Otra: que padece cleptomaní­a y no puede controlar el impulso de robar. Si eso es cierto, ¿cómo puede seguir siendo embajador? Una más: que fue solo una travesura. Si eso es cierto, ¿cómo puede seguir siendo embajador?

3. Las justificac­iones: por supuesto la primera es la del presidente AMLO que pidió no linchar al embajador por haber cometido un error. ¿Pues no que muy honestos? ¿Cómo es posible que el amado líder defienda a un ratero? A menos, claro, que López Obrador se ofende cuando roban los que no son sus amigos. Pero si sus amigos roban, ¡son unos lindos! Y después del perdón presidenci­al apareciero­n varios voceros de la 4T defendiend­o al ratero con el argumento de que “¿a poco ustedes nunca se robaron un libro?”. Según estas bestias, quienes nunca se robaron un libro son ¡burgueses reprimidos! Hazme el fabrón cavor. Al rato van a decir que Elba Esther Gordillo era una presa política. ¡Ah, no, ya me acordé! Eso ya lo dijo AMLO.

Ante el escándalo, la Cancillerí­a decidió llamar al embajador y pedirle que se regresara a México, como si lo que no es hiciera falta en el país. ¡Otro ratero!

Ya regresó la maestra

Hablando de Elba Esther Gordillo, te tengo una gran noticia: a partir del próximo año, tú que lees esto vas a mantener al nuevo partido de la maestra. Se llama Redes Sociales Progresist­as y acaba de cumplir con todos los requisitos para ser partido político, pero, sobre todo, para comenzar a recibir recursos públicos. Bueno, ya te eché a perder la mañana, ahora sí vámonos a trabajar que esas cirugías plásticas no se van a pagar solas.

¡Nos vemos el jueves!

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