Zócalo Saltillo

4T: los avatares

- GERARDO HERNÁNDEZ gerardo.espacio4@gmail.com t: @espacio4mx

El tono de la crítica contra el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) correspond­e a un final de sexenio y no a la parte inicial. Ni Salinas de Gortari ni Felipe Calderón recibieron la andanada mediática y de otros sectores como ocurre ahora. Para compensar el déficit de legitimida­d derivado de unas elecciones fraudulent­as, se aliaron con poderes fácticos y grupos de presión, incluidos algunos barones de la droga, según investigac­iones. El prianato inició con Salinas; Calderón y Peña Nieto lo consolidar­on.

El responsabl­e del malestar es, en buena medida, el propio Presidente, pues además de no haber podido contener la violencia y del nulo crecimient­o económico, ha polarizado al país como ninguno de sus predecesor­es. En aras de la austeridad y de la implantaci­ón de un nuevo régimen, AMLO ha cometido errores, algunos de ellos mayúsculos, sobre todo en materia de salud y atención a los grupos vulnerable­s (niños y mujeres) al suspender el abasto de medicament­os y subsidios. Las prácticas corruptas en la compra de sustancias y el abuso de algunas ONG, cuyo fin era el lucro, pudieron afrontarse sin afectar a los pacientes, las guarderías ni los refugios para mujeres. El líder de la 4T gobierna a matacaball­o.

AMLO anticipó el sacudimien­to desde el primer día: «hoy no solo inicia un nuevo Gobierno», sino «un cambio de régimen político». Sin embargo, la transforma­ción no ha sido pacífica -hay más asesinatos y la insatisfac­ción ciudadana es creciente, según reflejan las encuestas- ni ordenada -en algunos sectores de la Administra­ción impera el caos-. Tampoco «profunda y radical», pues si bien la corrupción se ha atacado como en ningún otro sexenio, todavía hay intocables: el expresiden­te Peña Nieto; y a escala local, el clan de los Moreira. La impunidad lastra el «renacimien­to de México».

La pretensión de AMLO de «convertir la honestidad y la fraternida­d en forma de vida y de Gobierno» es plausible, pero cada vez suena más a utopía. Culpar de la crisis del país al modelo económico neoliberal tiene sustento, mas no todo el mundo coincide con esa tesis. En lo que acaso todo el mundo coincide con el Presidente es que a ese periodo -comprendid­o entre los sexenios de Salinas y Peña (PRI), y los intermedio­s de Vicente Fox y Calderón (PAN)- lo caracteriz­ó «la más inmunda corrupción pública y privada».

Así se lo reprochó AMLO a Peña Nieto, en su toma de posesión, cuya estela de corrupción es infinita e incluso Estados Unidos lo investiga por sobornos relacionad­os con la multinacio­nal Odebrecht y Agronitrog­enados: «Nada ha dañado más a México que la deshonesti­dad de los gobernante­s y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyenti­smo. Esa es la causa principal de la desigualda­d económica y social, y también de la insegurida­d y de la violencia que padecemos». Hoy Genaro García Luna, Rosario Robles y Emilio Lozoya Austin, figuras prominente­s en los tres últimos sexenios, están presos en Estados Unidos, México y España por delitos de corrupción.

La misma suerte han corrido algunos representa­ntes de la minoría privilegia­da aludida por AMLO. Alonso Ancira Elizondo, presidente de Altos Hornos de México (AHMSA), y Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, fueron detenidos por la Interpol en España, con diferencia de meses, por su presunta vinculació­n con Odebrecht, constructo­ra brasileña que pagó miles de millones de dólares en sobornos a políticos de América Latina a cambio de contratos. Otro intocable del viejo régimen, ahora en prisión, es el litigante Juan Collado; en su caso, por lavado de dinero y delincuenc­ia organizada.

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