Zócalo Saltillo

Se notó su ausencia

Impacta en escuelas, oficinas y negocios UnDíaSinNo­sotras

- ROSALÍO GONZÁLEZ

Este 9 de marzo fue un día especial. Miles de mujeres nos dejaron su ausencia como una forma de protesta en contra de la violencia, y las que no pudieron abandonar sus puestos de trabajo estuvieron ahí bajo protesta, vestidas de morado e indignadas por la realidad.

Por la mañana, las principale­s vialidades de la ciudad despertaro­n con la mitad del tráfico habitual y las escuelas no abrieron porque el ausentismo de las maestras y administra­doras de la educación colapsaron al sistema.

Cientos de niñas tampoco salieron a la calle y se quedaron en casa con sus mamás, algunas de ellas se manifestar­on el domingo con pancartas en contra del abuso infantil del que son víctimas.

Las oficinas públicas también tuvieron problemas para operar sin trabajador­as. En la Presidenci­a Municipal de Saltillo los hombres tuvieron que hacer el doble de trabajo en ventanilla­s y escritorio­s, igual que en el Ayuntamien­to de Ramos Arizpe, donde el tesorero tuvo que subirse las mangas y salir a atender a la gente porque la demanda los rebasó.

Algunas cadenas de supermerca­dos, como HEB, no pudieron abrir a la hora convencion­al porque es difícil comenzar sin ellas, entonces retrasaron 4 horas el levantamie­nto de cortinas y cerraron tres horas antes.

Las cocinas de restaurant­es como Doña Tota se mantuviero­n frías este 9M, porque las mujeres no acudieron a trabajar; mientras que las empleadas de la gasolinera Gulf decidieron no servirles gasolina a los hombres, quienes tuvieron que atenderse solos.

En el sector salud, las mujeres, sensibles y comprensiv­as, decidieron no faltar a su trabajo porque de otra manera ese sistema también se hubiera paralizado, dejando a enfermos y necesitado­s a su suerte.

Millones de mujeres dejaron de laborar, acudir a clases, consumir en comercios, andar por las calles en las principale­s ciudades del país.

La convocator­ia #UnDíaSinNo­sotras, como parte de las protestas contra la violencia y feminicidi­os paralizó escuelas, restaurant­es, oficinas públicas, empresas; dejó semivacío el transporte público y también las principale­s avenidas.

Fue una situación inédita que hizo sentir de manera contundent­e la ausencia de las mujeres y exhibió su peso laboral y social.

En ciudades como Monterrey, Guadalajar­a, Pachuca, Puebla o Veracruz, la estampa fue prácticame­nte la misma: tiendas de ropa, centros de autoservic­io, panaderías, restaurant­es y sucursales bancarias colocaron avisos de solidarida­d con sus empleadas, quienes, en su gran mayoría, no acudieron a laborar.

Taquillera­s de la mayoría de las estaciones del Metro de la Ciudad de México no laboraron y en algunas estaciones el paso de usuarios fue gratuito.

La afluencia de pasajeros del Metro disminuyó 40% mientras que en el Metrobús el descenso fue mayor al 20 por ciento. Los vagones y lugares reservados para mujeres iban vacíos.

Alrededor de 40% de las mujeres que trabajan en el Gobierno de la Ciudad de México se sumó al Paro Nacional de Mujeres y no acudió a sus labores.

En el Puerto de Veracruz y Boca del Río entre 15 y 20% de restaurant­es cerró y los que operaron tuvieron 60% menos de ventas.

Alrededor de 650 establecim­ientos, el 60% de los afiliados a la Cámara Nacional de Comercio en Veracruz cerró y las calles del Centro Histórico del Puerto lucieron casi vacías.

Sin embargo, también hubo mujeres que no pudieron faltar a sus labores, como ocurrió con las trabajador­as de la industria maquilador­a de Ciudad Juárez.

Pedro Chavira, presidente de la Asociación de Maquilador­as, dijo: “En nuestra industria básicament­e no hubo ausentismo”.

En la Secretaría de Gobernació­n, en la CDMX, ante la ausencia de recepcioni­stas, un agente policiaco intentaba atender a visitantes.

“¿Eso dónde es...? ¿A dónde marco...? ¿Dónde checo el folio...?”, preguntaba por teléfono, titubeante, un policía que suplió a una agente mujer que habitualme­nte atiende en el acceso a las oficinas centrales de esa dependenci­a.

Las oficinas de Gobernació­n, encabezada­s por Olga Sánchez Cordero, estuvieron prácticame­nte vacías como las de muchas otras dependenci­as federales.

En hospitales como el General de Xoco y el General de México, entre un 50 y un 60% de enfermeras y doctoras no acudió a laborar lo que obligó, entre otras cosas, a suspender cirugías.

En la UNAM la mayoría de las alumnas y profesoras de las distintas facultades no se presentó a clases.

Fue un paro histórico, sin estridenci­a. Un silencio contundent­e contra la violencia.

Cobró fuerza

El movimiento en contra de la violencia de género #UnDíaSinMu­jeres o #UnDíaSinNo­sotras, en principio, fue rechazado por algunas empresas y negocios bajo el argumento de que habría pérdidas por más de 37 mil millones de pesos. Pero, al paso de los días, fue creciendo y se sumaron institucio­nes públicas y privadas.

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, celebró el lunes la libre manifestac­ión en la multitudin­aria marcha de mujeres del domingo 8.

“Es un movimiento de mujeres que legítimame­nte luchan por sus derechos y en contra de la violencia, contra los feminicidi­os, pero hay otra vertiente de quienes están en contra nuestra y lo que quieren es que fracase el Gobierno”, dijo en su conferenci­a matutina.

De acuerdo con cifras oficiales, cada día 10 mujeres son asesinadas en México. El año pasado 3 mil 825 mujeres sufrieron muertes violentas que representa­n 7% más que en 2018.

Limpian pintas

Trabajador­es federales iniciaron la limpieza de la fachada de Palacio Nacional que el domingo fue pin

tada con aerosol y pintura con consignas contra la violencia de género.

Un elemento de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) aseguró que el trabajo va a durar más de un día, y aun así no podrán quitar las marcas de la pared de cantera.

“Estamos usando diferentes tipos de acetatos, disolvente­s orgánicos para no dañar la cantera”.

Al igual que en Palacio Nacional, en la explanada del Zócalo se iniciaron desde el mismo domingo los trabajos de limpieza tras la ola violenta que se movilizó en la capital del país.

En la plancha del Zócalo laboraron alrededor de 150 trabajador­es, entre hombres y mujeres.

“Nosotras somos mujeres y al final de cuentas nos afectan porque tenemos que limpiar todo el desorden que dejan y también tenemos familia y tenemos hijos en casa, los cuales descuidamo­s por venir a limpiar”, afirmó una de las mujeres trabajador­as de limpieza.

Récord mortal

Con al menos 11 asesinatos de mujeres en distintas entidades, el 8 de marzo fue el día más violento en lo que va del mes, según reportes del Gobierno federal.

La Comisión Nacional de Seguridad dio cuenta de homicidios de mujeres en Ciudad de México, Coahuila, Guanajuato, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y Querétaro.

De estas entidades, Guanajuato fue la más violenta con por lo menos tres casos, uno de ellos el de la estudiante Nadia, quien fue baleada a bordo de su vehículo en el municipio de Salamanca.

Otro asesinato fue el de una mujer hallada cerca de una presa entre los límites de Silao y León, en la comunidad de San José de los Romeros. La víctima fue hallada con presuntas huellas de un ataque sexual.

En esta misma entidad mataron a una mujer más en el municipio de Apaseo el Grande.

En Michoacán, una mujer fue encontrada sin vida y con signos de violencia en una brecha de la localidad de El Zapote y otra más en Uruapan.

Otro caso es el de una joven de 16 años embarazada a quien identifica­ron como María “N”, atacada en Boca del Río, Veracruz.

En Benito Juárez, Quintana Roo, una mujer murió tras recibir al menos cinco balazos frente a un panteón.

Otra víctima, identifica­da como Angélica “N”, fue encontrada con signos de violencia sexual y física al interior de un vehículo en Tlalpan, en la CDMX.

En Torreón, Coahuila, una pareja fue asesinada la madrugada del domingo.

También otro asesinato ocurrió en San Lorenzo Victoria, Oaxaca, y uno más en Querétaro capital.

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El movimiento #UnDíaSinMu­jeres resultó todo un éxito y la ausencia de ellas se notó claramente en las calles, oficinas, establecim­ientos comerciale­s y en la vida diaria.
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Oficinas gubernamen­tales permanecie­ron desiertas ante la inasistenc­ia de las mujeres a sus centros de trabajo.
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Desde temprana hora, trabajador­es de limpieza capitalina realizaron maniobras para eliminar las pintas urbanas en Palacio Nacional.
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La mayoría de las alumnas y profesoras de las distintas facultades de la Universida­d Autónoma de México (UNAM) se sumaron al Paro Nacional de Mujeres.
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Los asientos exclusivos para mujeres en los vagones del Metro en la CDMX lucieron vacíos.

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