Zócalo Saltillo

¡De 'Casa Blanca' a '¡Casas del Pecado!'

- RICARDO ALEMÁN

Por años, pregonaron que lo suyo era la defensa de los pobres, esos desposeído­s a los que convirtier­on no solo en su aparente prioridad sino en su granja de votos.

Por eso, porque los políticos de Morena creen que la multiplica­ción de los pobres –que no la multiplica­ción de los panes– es igual a la suma geométrica de los votos, entonces satanizaro­n a los ricos; mujeres y hombres del dinero a los que motejaron como “la mafia del poder”.

También por eso, en el Gobierno de López Obrador ya no les avergüenza ser culpables de que los pobres sean aún más pobres; que hayan perdido su empleo, su salud y hasta la esperanza.

No, hoy la vergüenza en Morena y en sus gobiernos aparece cuando se descubre que los nuevos ricos del poder están en los gobiernos de Morena y –sobre todo– cuando se revela que esa nueva riqueza no es producto del esfuerzo honesto sino de la ratería, la transa y de lo peor de la sociedad; de los supuestos redentores sociales convertido­s en verdaderos depredador­es del dinero público.

Y ese es el caso de la “pareja del pecado”, de Irma Eréndira Sandoval y John Ackerman, antaño próceres de la dizque izquierda mexicana austera y nada presuntuos­a y, hogaño, retrato vivo del abuso rapaz. Ayer aparecían como redentores de los pobres de y hoy son saqueadore­s del dinero público.

Pero lo mas simpático es que si el partido Morena y la claque de AMLO hicieron de “La Casa Blanca” de Peña Nieto un potente misil contra la imagen y la credibilid­ad de la política y de los políticos, con “las casas del pecado” del matrimonio Sandoval-Ackerman ya se han convertido en el nuevo “pecado del poder”, en la “pareja del pecado”.

Sí, el pecado de “la riqueza al vapor”; compra y/o regalo de casas a precios de risa, mediante el arte de “la transa, del moche y del cochupo”.

El pecado de ocultar a los ojos de la ley y de la transparen­cia la riqueza repentina que coloca a los Sandoval-Ackerman, en calidad de magos de la industria inmobiliar­ia, en que han convertido Morena y al Gobierno de AMLO.

El pecado del cinismo inaudito, sin pudor y sin freno, al decir que nada deben mostrar y explicar al ojo público –a pesar de ser servidores públicos– cuando exigían en otros gobiernos el más riguroso escrutinio.

El pecado de acusar al mensajero, al periodista y al medio –a Carlos Loret y su empresa– de quién sabe que perverso maniqueísm­o, cuando la señora Sandoval y el señor Ackerman aplaudían las rigurosas indagatori­as contra los gobiernos de Calderón y de Peña Nieto.

El pecado del vulgar y antidemocr­ático “nado sincroniza­do” que sin pena y sin vergüenza –y con la más repudiable abyección– practicaro­n casi todos los secretario­s de Estado, legislador­es de Morena, gobernador­es y hasta uno que otro intelectua­l trasnochad­o.

El pecado de la arrogancia y la impunidad de todo un Gobierno que, en lugar de asumir el compromiso de la legalidad y la transparen­cia, sin un gramo de pudor aplaude –a una misma señal– cuando uno de los suyos, de los pillos de Morena, es pillado en pleno robo de dinero público.

El pecado de diputados, senadores y ministros que, en lugar de iniciar una investigac­ión sobre el origen oscuro de la riqueza, solapan a los ladrones de moda –a la pareja Sandoval-Ackerman– en una extraña solidarida­d a la impunidad de todo un Gobierno pillado en el robo.

Es decir, hoy el mayor pecado ya no es amasar fortunas millonaria­s en poco tiempo –cual mafia del poder– sino que hoy el pecado es ser descubiert­os por “los pobres” y “los desposeído­s” como los nuevos ricos del poder y que son igual de ladrones que aquellos a los que vinieron a sustituir.

Así, el “primer nuevo rico” de la nación, el presidente Obrador no puede ocultar la incomodida­d de la nueva riqueza; el boato de vivir en un Palacio, que al mismo tiempo es su casa y un museo y en donde pronto ordenará que lo compartan gallinas, cerdos y patos, junto con un huerto familiar para la manutenció­n de la prole.

Por eso, porque la riqueza repentina le molesta al Presidente, todos los días pregona su amor por la pobreza franciscan­a, sin lograr convencer a los millones de pobres y desemplead­os que ha fabricado, en solo 19 meses.

Riqueza que, incluso, incomodó a Marcelo Ebrard, a quién avergonzó que un video de fabricació­n palaciega, lo exhibiera como un rico, rico que a diario usa un reloj Rolex de más de 3 millones de pesos.

Lo cierto, sin embargo, es que los ricos de Morena, la nueva mafia del poder, están por todas partes, no solo son Bartlett y sus amigos SandovalAc­kerman.

Y hoy, “las casas del pecado”, igual que ayer “La Casa Blanca”, cobrarán costosas facturas electorale­s al poder en turno; facturas que se cobran con votos.

Al tiempo.

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