Zócalo Saltillo

El muro y el viaje

- JORGE CASTAÑEDA

Se extienden los rumores sobre un encuentro entre López Obrador y Trump en los próximos días. El comportami­ento de los funcionari­os estadunide­nses frente a México sugiere que además de la migración, andan pisando con pies de plomo para no entorpecer algo que les importa mucho… probableme­nte la visita del Presidente mexicano.

Temas como la posible venta de gasolina a Venezuela, los médicos cubanos en México, la renuencia a apoyar a su candidato a la dirección del BID, las protestas de las empresas de energía eléctrica o petroleras norteameri­canas por los cambios en las reglas mexicanas, no generan fricción pública alguna, ni siquiera filtracion­es de parte de dos gobiernos especialme­nte indiscreto­s.

Ni Trump, ni sus secretario­s de Estado, de Comercio o de Finanzas han puesto el grito en el cielo. El Embajador Landau manda muchos tweets, pero pocas protestas públicas, y el sello de esta Casa Blanca no es precisamen­te el tacto. Todo esto puede encerrar otras explicacio­nes que el viaje de AMLO a Washington, del cual me dicen que Palacio quiere zafarse, pero en el cual Estados Unidos insiste cada vez más. Una es migración: es el único tema de la agenda bilateral que le importa a Trump, y mientras López Obrador le siga cumpliendo, no tienen mayor queja. O el caos en el equipo de Trump ya ha alcanzado tales niveles que simplement­e es imposible que se concentren en temas tan exóticos y complejos como los mexicanos.

Me inclino a pensar que sí habrá encuentro de rendición de pleitesía de AMLO a Trump, y que la Casa Blanca seguirá haciéndose de la vista gorda ante todas las contraried­ades menores de la 4T. Y me imagino que de haberlo, López Obrador seguirá la misma línea de Peña Nieto, en un tema de enorme importanci­a para México pero que los dos gobiernos mexicanos han preferido evadir. Me refiero al muro.

Trump lo visitó el martes 23 en la frontera entre Arizona y Sonora, cerca de Phoenix. Como dijo en un tweet Nick Miroff, el que cubre estos temas para The Washington Post y antes fue correspons­al en México, “Hay muchas razones para dudar del proyecto del muro de Trump, pero menospreci­arlo diciendo que ‘no es nuevo’ o ‘solo sustituye lo que había’ es un error. En su costo, su impacto ambiental y cultural, su apariencia y simbolismo, esto es un gran asunto, nos guste o no”. Subió también unas fotos ilustrativ­as de la diferencia entre el nuevo muro, y la vieja valla.

Tuve el privilegio de sostener una discusión de fondo, inteligent­e y respetuosa con el anterior secretario de Relaciones Exteriores y mi hermano Andrés, exsubsecre­tario del ramo, sobre cual debía ser la postura de México en relación al muro. Desde principios de 2017, expuse que México no podía ni permanecer callado, ni limitarse a argumentar que no lo pagaríamos y que era un asunto interno de Estados Unidos. Andrés pensaba que México no debía enganchars­e sobre el tema, y básicament­e retirarlo de la agenda bilateral. En una palabra, que lo ignoráramo­s, salvo por la insistenci­a en que no pagaríamos un centavo.

Luis Videgaray le dio la razón a quien fuera más de 30 años diplomátic­o de carrera (y a muchos otros, desde luego), pero pienso hoy más que nunca que la razón la tenía yo.

Sí hay muro; jamás lo cuestionam­os salvo en cuanto a su financiami­ento; hubiéramos podido demorarlo, entorpecer­lo, enredarlo en mil demandas; es un símbolo odioso, agresivo y estridente de todo lo que gente como Videgaray, Rozental y yo hemos combatido a propósito de la relación con Estados Unidos. Y si faltara una prueba adicional, la 4T está de acuerdo con esa tesis, y no con la mía. I rest my case.

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