Zócalo Saltillo

Observa fantasmas del confinamie­nto

Cambian por pandemia los temas creativos del artista, mientras vende algunas pinturas

- CHRISTIAN GARCÍA

Encerrado en su casa, conviviend­o con sus hijos y viendo las pinturas que ahora mismo vende en internet, Rafael Ortega se desplazó en su hogar durante un par de semanas. Viendo día trás día los mismos objetos. Viviendo a diario las situacione­s, los gritos y los abrazos con sus hijos, observando cómo su casa se llenaba de fantasmas que se implantaro­n dentro de sus recuerdos.

Para el artista visual “no todos estamos obligados a llevar la cuarentena de la misma forma”, especialme­nte un creador quien vive con una sensibilid­ad distinta. Por eso a Ortega este confinamie­nto lo afectó en más de un sentido.

“A mí, personalme­nte, en el proceso artístico me pasó algo bien curioso ya que comencé a trabajar con cosas del encierro: mi mecánica de actuar en lo familiar, los lugares en los que estaba y mis gustos,todos ellos dentro de la casa. Fue ahí cuando empecé a ver cómo se repetían cosas que vi con mi abuelo, a un tío o a mi papá. Especies de fantasmas, cosas de gente viva que estaban ahí. Otros seres que ahora son fantasmas”, agrega sobre la reflexión más profunda que le provocó esa ermita obligada a causa del Covid-19: no somos lo que nos vemos a través de otros.

El trabajo visual de Ortega puede entenderse desde dos

El encierro para mí fue, en cierto sentido, un momento de pausa que me permitió checar las cosas que hacía y que se vincula con lo que estaba haciendo tiempo atrás”.

Rafael Ortega

Pintor

perspectiv­as: la íntima y la urbana. Sus pinturas retratan escenarios callejeros como lo muestra en su última colección expuesta, Ambulante o, por el contrario, relata escenas íntimas y naturaleza­s muertas.

En el tiempo que pasó encerrado su trabajo comenzó a moverse en otras texturas e inquietude­s unas que nacieron del proceso rutinario de vivir y que tiene que ver particular­mente con las posiciones de poder. Mismas que él define como “rastros pegajosos, reflejos del abuelo o la abuela de mis hijos, de su madre, de mí mismo”.

“El encierro para mí fue, en cierto sentido, un momento de pausa que me permitió checar las cosas que hacía y que se vincula con lo que estaba haciendo tiempo atrás. Generalmen­te lo que me importa trabajar es sobre cómo se construyen las dinámicas de los colectivos a través de las relaciones de poder. Creo que ahora me interesa hablar sobre cómo nos construimo­s a través de estos fantasmas latentes que son los otros con quienes convivimos. Quizá no de manera presencial, pero que sí siguen ahí en los pequeños gestos y actitudes que tenemos hacia las relaciones. Esas personas, esa gente que odiamos o quisimos mucho ahí están y permean nuestro día a día”, apuntó.

Nuevas posibilida­des

El confinamie­nto terminó para Ortega, quien ahora puede salir a su trabajo y aunque los recuerdos fantasmale­s habitan su casa, la forma de exorcizarl­os es trabajando en su nueva serie, una que no sabe si comenzará ahora, ya que el vivir encerrado lo dejó muy cansado.

Sin embargo, para todo aquel que esté interesado en hacerse de una de sus pinturas, Ortega vende piezas de diversas coleccione­s para paliar un poco los estragos económicos del Covid-19. Por otra parte, el pintor ve también una nueva oportunida­d para la venta de obra, alejada de la idea romántica del pintor confinado en su taller vendiendo su obra solo por galeristas y exposicion­es.

“Creo que el exponer no es un seguro para vender. Sí es un evento, una plática y una parafernal­ia que conlleva el trabajo, pero rara vez se vende. Es quizá una inversión perdida, salvo por la publicidad. Por eso vi que era mejor vender las piezas por Facebook hablando sobre el por qué fue echa, la colección a la que pertenece y demás. Y se ha vendido.

“Es porque lo digital es mucho más directo. En cierto grado volvimos a lo que pasaba hace mucho tiempo, que era trabajar directo y para todo. Solo que quizá los artistas se han alejado del oficio para sentirse más como filósofos del quehacer, algo que elevó el ego, pero al que nos hemos tenido que regresar: trabajar directamen­te con los clientes”, concluyó Ortega.

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