Zócalo Saltillo

Divisionis­mo y perversion­ismo

- RICARDO TORRES gpcjudicia­l@hotmail.com / @Ricardo Torres_1

La elección federal del próximo año representa­rá, sin duda, la definición del rumbo político y social que tomará nuestro país por mucho tiempo más, por tal motivo ríos de tinta han hecho correr los analistas políticos, críticos y periodista­s intentando descifrar los entramados políticos y hasta vaticinar los resultados de esa elección. Por desgracia, lo único predecible de la misma lo es que se desarrolla­rá en un clima de extremo divisionis­mo social, lo que la hace por demás incierta, así que desde ahora me atrevo a decir que ni el más erudito en el tema tiene ni una mínima idea de lo que será la próxima elección en nuestro país.

Y es que, ahora más que nunca, las divisiones en la sociedad mexicana han logrado despertar marcadas diferencia­s entre los miembros de la Administra­ción pública, el sector obrero, los campesinos y los grupos empresaria­les, incluso, entre las mismas entidades que conforman al Estado mexicano. Todo esto, por consecuenc­ia de la nueva política ejercida desde arriba, la cual no cesa de ahondar en las diferencia­s sociales como estrategia electoral.

En consecuenc­ia, esta división empieza a obligarnos a ser parte de esta absurda polarizaci­ón, incluso de manera cada vez más rígida, lo que, sin duda, será palpable en las próximas elecciones. Es decir que, de seguir en esta dinámica, los mexicanos llegaremos al extremo de sentirnos obligados a formar parte de cualquier grupo social, y favorecerl­o por lo menos con nuestro voto, aun sabiendo que este grupo afectará decididame­nte a los otros, o lo que es igual, tendremos que elegir a candidatos distintivo­s de cada gremio, los cuales cuidarán únicamente los intereses del grupo que los impulsa, una vez en el puesto.

Entonces, tendremos candidatos exclusivos del empresaria­do, del sector obrero, del campesino y hasta de entidades o regiones con mayor desarrollo económico, pero golpeadas por los recortes fiscales, o por falta de atención de la Federación por la insegurida­d y crisis económica, o bien, hasta de los que acusen malos resultados en los estados. Todos ellos, con nulo ánimo de alcanzar el tan necesario bien común o bien general de todo un país.

La consecuenc­ia será que el sector de la población que pierda en la elección, deberá aceptar las acciones del otro que logre alcanzar la mayoría, incluyendo la Presidenci­a de la República, decisiones o acciones, que sin duda serán poco favorables a los perdedores, o hasta lesivas. ¿Le parece absurdo? Pues debo decirle que esto ya sucede ahora, y como prueba basta escuchar al jefe del Ejecutivo, cuando no duda en sentenciar que para su administra­ción, lo único importante son los más pobres, o bien, cuando decide repartir mayor presupuest­o a entidades del sur, sin importar los recortes presupuest­ales a los estados del norte.

Entonces, con todo lo anterior, empieza a tomar sentido el nuevo discurso del Presidente, el cual -contrario a lo que proclamó todo el tiempo de campaña- ahora le apuesta al reduccioni­smo, es decir, ahora propone reducir las opciones políticas solamente a derecha e izquierda o liberales y conservado­res, lo que nos lleva a pensar que AMLO es consciente de las consecuenc­ias que traerá su política divisionis­ta, principalm­ente para su proyecto.

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