Zócalo Saltillo

El muro de Morena

- GERARDO HERNÁNDEZ gerardo.espacio4@gmail.com t: @espacio4mx

Además del riesgo de perder 40% de sus integrante­s en las elecciones intermedia­s, la Alianza Federalist­a adolece de otra debilidad: pesa poco en el Congreso para incidir en la agenda nacional, como se vio el mes pasado con la aprobación del presupuest­o de 2021.

Los estados del frente con mayor número de diputados son Jalisco (16 de Movimiento Ciudadano) y Guanajuato (14 de Acción Nacional). Pero hay gobernador­es que no tienen un solo legislador: Jaime Rodríguez (independie­nte), de Nuevo León, y José Rosas Aispuro (PAN), de Durango.

Morena –solo o con sus aliados– tiene mayoría de diputados federales en siete de los 10 estados de la Alianza. Las excepcione­s son Jalisco, Guanajuato y Aguascalie­ntes, donde el movimiento del presidente López Obrador perdió todos los distritos en 2018.

El partido gobernante de Chihuahua ocupa cuatro escaños en San Lázaro; los de Coahuila y Tamaulipas, tres cada uno; y los de Colima y Michoacán, uno en cada caso. Esa es una de las razones por las cuales no han podido empujar la reforma a la ley de coordinaci­ón fiscal.

El dominio de Morena y sus aliados –PT, Encuentro Social y Verde– en la legislatur­a actual les permite, por un lado, aprobar la mayoría de las iniciativa­s del presidente López Obrador; y por otro, contener a las oposicione­s. Así ocurre en cualquier democracia.

Lo mismo hicieron el PRI, PAN y PRD en la Administra­ción de Peña Nieto para sacar adelante las reformas energética, fiscal, educativa y laboral; ahora se sabe que mediante sobornos. Morena fue excluido del Pacto por México.

Peña encabezó un Gobierno dividido, pero los votos del PRI, PAN y PRD le aseguraban mayoría en ambas cámaras. Basados en esa fuerza – pues los diputados y senadores eran “suyos”–, los gobernador­es obtenían mayores presupuest­os e impunidad de la Federación. También presionaba­n en el Congreso para recibir fondos y aportacion­es cada vez más generosos.

Su influencia política les permitía impulsar proyectos en distintas secretaría­s de Estado. Sin embargo, las inversione­s no siempre llegaban a su destino por la alta corrupción y el desvío de recursos al bolsillo de los gobernador­es, de su círculo cercano y a las campañas electorale­s, como pasó en Chihuahua y en otras entidades.

La elección de 2018 invirtió los papeles: hoy Morena y sus satélites suman 333 diputados (66.6% de la Cámara). Con respecto a la anterior legislatur­a, el PRI bajó de 205 a 48, el PAN de 109 a 77 y el PRD de 54 a 12.

El partido del Presidente controla las comisiones más importante­s como la de Presupuest­o y Cuenta Pública, encargada de dictaminar el gasto de la Federación. El grupo lo preside Erasmo Robledo, diputado por Tamaulipas, uno de los estados que han amagado con romper el pacto federal.

Los gobernador­es de la Alianza Federalist­a saben que bajo las condicione­s prevalecie­ntes no pueden avanzar su agenda en el Congreso, y es por eso que presionan desde fuera, mediáticam­ente.

Más aún, deben estar consciente­s de que si en los comicios del año próximo pierden cuatro de los estados miembros –Nuevo León, Chihuahua, Michoacán y Colima– y Morena vuelve a ganar la mayoría de escaños en la Cámara de Diputados, el bloque estaría liquidado.

AMLO va por la mayoría de las gubernatur­as. Si lo consigue, a los aliancista­s les aguarda un fin de sexenio más difícil todavía. Hay algunos que incluso podrían no concluirlo. Por lo pronto, la Alianza perderá a dos de sus líderes: Javier Corral y Jaime Rodríguez, cuyos gobiernos terminarán en 2021.

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