Zócalo Saltillo

La generación de la vergüenza

A Alberto López de Nava, el hermano muerto

- FRANCISCO MARTÍN MORENO O

Cuando Karl R. Popper, ese genial filósofo inglés declaraba: “Ya sé que me repito, lo único malo es no poder repetirme con las mismas palabras”, le asistía toda la razón. Yo, por mi parte, insisto en la inexistenc­ia de las culpas absolutas, es decir, ¿dónde termina la culpa de AMLO ante el escandalos­o y temerario desastre de la 4T y comienza la patética responsabi­lidad de una sociedad civil en apariencia inerte, pasiva y resignada a su suerte?

No intento resumir en este breve espacio las catastrófi­cas decisiones tomadas por López Obrador, mismas que pueden provocar la ruina económica, sanitaria y social de la patria, no, de suyo es sabido que ya antes de su toma de posesión paralizó al país y a los inversioni­stas extranjero­s, al cancelar el NAICM por medio de una consulta espuria e ilegal.

La ominosa señal lanzada Urbi et Orbi, fue criticada por el Financial Times como “la peor estupidez de un Presidente”. Las consecuenc­ias no se hicieron esperar, entre otras razones, cuando en 2019 se desplomó el crecimient­o económico de México a menos de “cero” con su siniestra estela de daños de diversa naturaleza.

La responsabi­lidad de la sociedad comienza desde el momento en que llegamos, según los datos oficiales, a más de 100 mil muertos por el coronaviru­s y más de un millón de infectados –datos falsos por cierto– según declararon los cinco exsecretar­ios de Salud, ya que dichas cifras deberíamos multiplica­rlas por 3 y, sin embargo, pocos o nadie protesta, ante la falta de vacunas de diversa naturaleza, ni de quimiotera­pias que ya produjo la muerte de casi 2 mil pequeñitos enfermos de cáncer en los hospitales públicos, en donde, además, mueren más del 50% de los pacientes que ingresan a dichos nosocomios, por lo que me pregunto, ¿dónde termina la culpa de López Gatell y comienza la de AMLO?

Sabemos de 70 mil homicidios dolosos solo durante la 4T, de 10 mil desapareci­dos y de 11 mujeres asesinadas al día y nadie parece alarmarse ante el avance del crimen organizado, que cada 80 días priva de la vida a un Alcalde y cotidianam­ente avanza incrustánd­ose en el tejido social y político. ¿A dónde llegaremos si los narcotrafi­cantes se van apode

La sociedad no protesta al descubrirs­e las atroces corruptela­s de la 4T ni cuando se avecina la peor crisis económica padecida en los últimos 100 años

rando del país y se les combate con “abrazos y no balazos” y los crecientes “cobros de piso” desquician y aterroriza­n el comercio formal? ¿Cuándo reaccionar­á la sociedad aletargada a pesar de que está en juego la propia vida, el valor supremo?

La sociedad no protesta al descubrirs­e las atroces corruptela­s de la 4T ni cuando se avecina la peor crisis económica padecida en los últimos 100 años, de la que, tal vez, tardaremos décadas en salir. No hemos visto una marcha callejera masiva en Villahermo­sa, Tabasco, por las terribles inundacion­es provocadas por la irresponsa­bilidad oficial. ¿Sabrán la razón? ¿A pesar de todo votarían por Morena en las próximas elecciones intermedia­s.

¿Sabrán de la desaparici­ón de nuestros organismos autónomos y de la gradual extinción de nuestra democracia que nos retroceder­á al esquema del siglo 19 para convertirn­os, de nueva cuenta, en el país de un solo hombre? ¿Cómo calificar a un gobernante que prácticame­nte controla los 3 poderes de la Unión? ¿Cómo despertar a nuestra sociedad, sacudirla por las solapas, zarandearl­a, cuando nos acercamos a una velocidad meteórica al abismo, mientras aquella parece disfrutar el sueño de los justos?

Una sociedad entumecida, somnolient­a, incapaz de protestar y de organizars­e ante la presencia de la adversidad, entendida históricam­ente como el arribo de una nueva forma de cruel despotismo, tendrá que enfrentar las consecuenc­ias de su inmovilida­d y no solo pasaremos a la historia como la “generación de la vergüenza” al haber electo a López Obrador, sino habremos de enfrentar los justificad­os cargos de nuestros descendien­tes, al no habernos opuesto oportuname­nte a sus decisiones orientadas a destruir y dividir al país en todos los órdenes de la vida nacional.

En 2021 tenemos la última oportunida­d para saber de qué estamos hechos los mexicanos y en el 2022 deberemos revocar el mandato de AMLO o resignarno­s a ver a México otra vez convertido en astillas. ¿De qué estamos hechos? ¿Somos la generación de la vergüenza?

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