Zócalo Saltillo

El que siembra vientos…

- ENRIQUE MARTÍNEZ Y MORALES emym@enriquemar­tinez.org.mx@enriquemym

Por fin, el presidente Trump comenzó a ceder. Aunque a regañadien­tes y aún sin conceder, instruyó al equipo responsabl­e del proceso entrega-recepción a comenzar con los trámites. Al final de cuentas, él sabe que las institucio­nes están por encima de las personas, que la ley prevalece sobre los deseos e interpreta­ciones individual­es.

La verdad es que nunca pudo convencer a la mayoría de los norteameri­canos. En la primera elección, aunque ganó el colegio electoral, perdió el voto popular, que sufragó en varios millones más por Hillary Clinton. En esta ocasión, perdió ambos. La diferencia fue el doble de la anterior, más de 6 millones de votos.

Con el nuevo Gobierno se visualizan algunos cambios positivos. Regresará la cordura a la Casa Blanca. Ahora retomarán su relevancia los canales formales de comunicaci­ón y se dejará de gobernar a “twitazos”, muchas veces tan dañinos para los mercados financiero­s y para las relaciones bilaterale­s con otros países.

La agenda verde se posicionar­á nuevamente como prioritari­a y estratégic­a en Norteaméri­ca, buscando reducir la huella de carbono. Muy probableme­nte Estados Unidos regrese al Acuerdo de París y las empresas generadora­s de energía limpia recibirán el apoyo moral, legal y económico del nuevo Gobierno.

La política nacionalis­ta, tan mal concebida y peor implementa­da por el Gobierno saliente, cambiará radicalmen­te de tono. Los acuerdos comerciale­s serán vistos como una oportunida­d de ganar-ganar y no de abusar de la contrapart­e. La “guerra” contra China y otros países será sustituida por un entendimie­nto más armónico. Quedó claro que esa estrategia solo trajo consigo un mayor déficit comercial para nuestro vecino del norte.

Volverán los programas sociales eliminados por Trump y quizá se reviertan algunas de las reduccione­s impositiva­s para las empresas que solo beneficiar­on a un grupo muy pequeño de personas de altos ingresos. Muy tarde quiso el Presidente quedar bien con los empresario­s medianos y pequeños, aprovechan­do la pandemia y enviando cheques a diestra y siniestra. Evidenteme­nte no tuvo el efecto electoral esperado.

Una gran ventaja que se avizora es que Joe Biden ya dijo que, debido a lo avanzado de su edad, no buscará la reelección en cuatro años. Será entonces de los pocos presidente­s que asuman el cargo pensando, no en la siguiente elección, sino en la próxima generación. Eso le dará flexibilid­ad para tomar decisiones poco populares en el corto plazo, pero muy benéficas en el largo. Ojalá no pierda esa oportunida­d histórica.

Creo que a México le espera un mejor futuro en el que nos tratarán con mayor respeto y nos verán nuevamente como un socio estratégic­o, porque al fin de cuentas, eso es lo que somos. Nuestro talento será revalorado y podremos crecer juntos como pares, no como subalterno­s.

Trump buscó siempre la confrontac­ión y la radicaliza­ción de la sociedad que en algunas ocasiones estuvo a punto de salírsele de control. Esa misma sociedad dividida fue la que le retiró el bastón de mando. En un país forjado por inmigrante­s, en un continente deseoso de armonía, eso ya no funciona. Dice el dicho “el que siembra vientos cosecha tempestade­s”, y tempestade­s fue lo que Trump cosechó.

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