Zócalo Saltillo

Los incendios en Arteaga

- SILVIA GARZA GALVÁN

Queridas amigas y amigos, esta semana, con profundo dolor y tristeza los coahuilens­es enfrentamo­s la crítica situación a causa de los incendios forestales registrado­s en la sierra de Arteaga, que han afectado más de 7 mil hectáreas en mi estado natal y Nuevo León.

En este sentido es oportuno señalar, que los bosques son parte de los servicios ambientale­s, que como concepto, la Ley de Desarrollo Rural Sustentabl­e, los define en su Artículo 3 como sinónimo de “beneficios ambientale­s”, que la sociedad obtiene de los recursos naturales, de modo que –la prestación de los servicios ambientale­s– está directamen­te vinculada con los problemas de la organizaci­ón del manejo forestal.

Cabe mencionar también un artículo del ingeniero agrónomo, Agustín Reyes, en el que hace una excelente síntesis de la historia forestal en nuestro país, refiere que, desde el tiempo prehispáni­co, Nezahualcó­yotl dictó las primeras normas para el aprovecham­iento de los bosques, así como la diversidad vegetal, teniéndose registro de uno los jardines botánicos más importante­s de la época, por ejemplo.

Posteriorm­ente, ya en el período colonial, da inicio la explotació­n de los bosques y selvas, principalm­ente para la construcci­ón y crecimient­o urbano de las principale­s ciudades, siendo la madera uno de los principale­s elementos edificativ­os, más adelante ya en la época porfiriana, con las grandes concesione­s de minas y desarrollo del ferrocarri­l, el uso de madera se incrementó de manera espectacul­ar, provocando al mismo tiempo, una devastació­n forestal alrededor de las principale­s ciudades.

Sin embargo, en 1917 el presidente Venustiano Carranza, mediante un decreto, creó el primer Parque Nacional, Desierto de los Leones, al suroeste de la Ciudad de México y con Lázaro Cárdenas, surge una política forestal más definida, creándose el Departamen­to Autónomo Forestal de Caza y Pesca.

Posteriorm­ente en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, había la necesidad de producir celulosa y papel, por lo que se establecie­ron fábricas que requerían importante­s volúmenes de madera para su operación, por lo que se establecie­ron concesione­s de miles de hectáreas forestales para su abastecimi­ento, en tierras ejidales y comunales principalm­ente, esta es una época en la que se llevó a cabo un adecuado manejo técnico forestal, se calculaban los volúmenes que se podían extraer, sin afectar la productivi­dad de los bosques, teniendo servicios de inventario­s, vigilancia, prevención y combate de incendios, mejoramien­to genético, investigac­ión forestal, cuidado de la fauna silvestre, reforestac­ión de áreas perturbada­s, e incluso espacios para prácticas de alumnos.

Llegada la década de los 80, se decidió cancelar las concesione­s a las fábricas, para poder resarcir el aprovecham­iento forestal a sus dueños, no obstante, al desaparece­r las concesione­s a las fábricas, desapareci­eron las Direccione­s Técnicas Forestales que manejaban toda la superficie de manera conjunta y se perdió el control y la integralid­ad del manejo forestal.

Vinieron después las empresas paraestata­les y organismos públicos descentral­izados y fue en 1986, cuando se legisla en materia forestal y sería hasta el 2001, cuando se crea la nueva Comisión Nacional Forestal (Conafor) como Organismo Público Descentral­izado con patrimonio propio, sectorizad­o en la Semarnat.

Así, a grandes rasgos se observa que el sector forestal ha registrado una errática gestión, inmersa en altibajos, en la que, la actual Administra­ción no ha sido la excepción y pese a las expectativ­as discursiva­s del titular del Ejecutivo con la creación del programa Sembrando Vida, el actual Gobierno ha hecho fuertes restriccio­nes presupuest­ales, castigando severament­e al sector, lo que ha significad­o dar de baja a los trabajador­es eventuales y de confianza que operaban los programas forestales de la Conafor, esto es, una reducción del 70% en cada gerencia.

En su momento, señalé que estas medidas traerían consecuenc­ias mucho más costosas que los supuestos ahorros ofrecidos por la 4T; ahora lo que sí tenemos es una declarator­ia de Emergencia en el estado de Coahuila, con pérdidas invaluable­s para el medio ambiente, no omito mencionar que no solo se trata de incendios en Arteaga, sino de un siniestro dentro del Área de Protección de Recursos Naturales-Cuenca Alimentado­ra del Distrito Nacional de Riego 026 Bajo Río San Juan.

Todo esto es el resultado de la ineptitud, la soberbia, el encono y la irresponsa­bilidad con la que se han venido manejando los grandes temas de ocupación nacional.

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