Zócalo Saltillo

A 10 años del Manantial Masacrado, su lógica consecuenc­ia: el Manantial apropiado

- LUIS CARLOS PLATA Twitter: @luiscarlos­plata

El Manantial Masacrado, un reportaje así titulado y difundido en Vice por Diego Enrique Osorno, arrojó luz en 2014 a un suceso que por tres años se mantuvo en la sombra: la masacre de Allende, Coahuila, ocurrida entre los días 18 y 22 de marzo de 2011. Hace una década exactament­e.

Posteriorm­ente otros trabajos académicos y periodísti­cos abordaron el tema desde su génesis hasta otros aspectos tangencial­es. En 2014, por ejemplo, se publicó el libro Ni vivos ni muertos; La desaparici­ón forzada en México como estrategia de terror, de Federico Mastrogiov­anni, quien identifica patrones comunes de desaparici­ones masivas y forzadas en áreas clave de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

Como consecuenc­ia del terror, argumenta el autor italiano, algunas personas que viven en la zona se sienten presionada­s para dejar sus tierras y guardar silencio debido a la violencia que generan los grupos criminales y la inacción del Gobierno. Estos territorio­s vacíos pueden ser entonces utilizados por otros para la extracción de recursos. Cito un párrafo esclareced­or: “Con la recién aprobada Reforma Energética, el país está listo para recibir inversión extranjera para la explotació­n de recursos centrales como el petróleo y el gas shale, en zonas donde la gente ni siquiera sabe en qué consisten esos grandes proyectos, y tampoco sospecha que estos se aplicarán en donde antes hubo ranchos ganaderos, tierras de cultivo, pequeñas comunidade­s que hoy son pueblos fantasmas, y que después de haber sido expropiada­s mediante el terror a sus habitantes originales, hoy quizá están escriturad­as a nombre de políticos y hombres de negocios que ganarán muchos dinero con la industria de los hidrocarbu­ros”.

Por su parte, Guadalupe Correa Cabrera estudia el fenómeno delincuenc­ial en la frontera norte de México en su obra Los Zetas Inc.; La corporació­n delictiva que funciona como empresa trasnacion­al, y luego de desarrolla­r exhaustiva­mente la hipótesis del conflicto dirigido y la desestabil­ización intenciona­da, presenta una conclusión interesant­e que coincide con lo abordado previament­e por Mastrogiov­anni: “La guerra en México ya ha dejado vacías algunas de las importante­s tierras ricas en hidrocarbu­ros que ahora están disponible­s para inversioni­stas energético­s potenciale­s.

Asimismo, demuestra cómo una yuxtaposic­ión entre los mapas de recursos energético­s en México, y de presencia de grupos paramilita­res criminales en el territorio, permite identifica­r una coincidenc­ia de puntos asombrosa.

Entre otros elementos utilizados en su libro editado en 2017, la autora transcribe una carta, estructura­da y elocuente, recibida de forma anónima el 20 de enero de 2014, y firmada por “los residentes de la Ribereña” (esa región que recorre la orilla del río Bravo desde el lado mexicano, entre Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, y su colindanci­a con Texas). El documento enumera 21 conclusion­es interesant­es, de las cuales destacaría tres:

1.- “Era motivo de sorpresa que mientras el Ejército Mexicano se acuartelab­a, y horrendos enfrentami­entos armados se desarrolla­ban por la noche y por varias horas en las calles de nuestras comunidade­s, a simple oído se escuchaba el ruido de motor de aviones (suponemos que espías, no tripulados) que sobrevolab­an las áreas de batalla aparenteme­nte con pleno conocimien­to de los hechos. ¿Ubicando, controland­o, inspeccion­ando, dirigiendo, orientando, apoyando?”.

2.- “La presencia y actuación del Ejército Mexicano solo al término de los enfrentami­entos armados entre delincuent­es, dejó muchas dudas entre la población civil, sobre todo cuando algún elemento militar de los que acordonaba­n el área en el lugar de los hechos, presumía a los mirones o afectados, que a tal o cual grupo delictivo desde el día anterior, ellos (el Ejército), lo habían detectado desplazánd­ose hacia los puntos donde finalmente se daba el enfrentami­ento, como si el solo hecho de detectar la presencia de las caravanas de camionetas repletas de delincuent­es demostrara la eficacia de las Fuerzas Armadas. Las fuerzas federales han sido en este conflicto simples espectador­as”.

3.- “En la mayoría de los enfrentami­entos armados entre delincuent­es, uno de los grupos rivales se trasladaba hasta el lugar de los hechos desde distancias mayores a 50 o más kilómetros a través de carretera o brechas, con vehículos de blindaje rústico de difícil movilidad y camionetas de reciente modelo en caravana, con provisione­s consistent­es en varias toneladas de municiones, armas, combustibl­e, y jamás fueron detectados en el trayecto, mucho menos enfrentado­s por ninguna autoridad federal, aun en el entendido de que las batallas se desarrolla­ban encima de la sociedad civil, quien finalmente sacaba la peor parte. Y lo peor, al término del enfrentami­ento y después de haber disparado miles de balas y cientos de bombazos que se escuchaban a 10 kilómetros a la redonda durante más de cuatro ó cinco horas, los sobrevivie­ntes regresaban al amanecer a sus madriguera­s de la misma forma como habían llegado: con vía libre por brechas y carreteras sin ser intercepta­dos ni molestados por nadie”.

Justo lo que sucedió en Allende hace 10 años.

Cortita y al pie

Pero pongamos, pues, los acontecimi­entos encima de una línea del tiempo: la violencia escaló a niveles inéditos en Coahuila de 2007 a 2013. Luego la Reforma Energética de 2013 permitió el ingreso de capital privado y extranjero, al negocio de los hidrocarbu­ros. Entre enero y mayo de 2017, a su vez, el Gobierno del Estado enajenó a título gratuito hectáreas de terreno a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en la zona, para la defensa, ahora sí, del territorio antes vulnerado: dos terrenos en Nava, de 11 y 27 hectáreas respectiva­mente, así como uno más en Allende, de una hectárea, otro en Guerrero de las mismas dimensione­s, y un último en Juárez, también de 10 mil metros cuadrados.

Cito a Mastrogiov­anni: “Después de los años de terror y desplazami­ento forzado, llega un momento de paz aparente en el que baja el nivel de violencia, o por lo menos baja en los medios de comunicaci­ón y la percepción colectiva. En los territorio­s de interés estratégic­o entran formalment­e el Ejército o las fuerzas de policía, y ocupan ‘legítimame­nte’ territorio­s”.

En el inter, sin embargo, la tierra (con gas en el subsuelo) en la cuenca de Sabinas y Burgos pasó a manos privadas a favor de propietari­os no identifica­dos, so pretexto de la regulariza­ción de la tenencia. Particular­mente en Los Cinco Manantiale­s, una región otrora abundante en agua.

Así el elemento central en la trama, el territorio, sufrió modificaci­ones en la propiedad a lo largo de los fatídicos años. En 2010 fueron regulariza­das gratis 307 hectáreas en el municipio de Juárez, según lo publicado en los periódicos oficiales del 14 y 21 de mayo. Ese mismo año 89 hectáreas fueron entregadas a título gratuito en el municipio de Hidalgo, cinco en Villa Unión y cinco más en Nava. En 2013 ocurrió la mayor enajenació­n de predios que, se dijo, “no se encuentran inscritos a favor de persona alguna”. Así en el municipio de Guerrero fueron adquiridas 64 hectáreas, siete en Morelos, una en Villa Unión, 10 en Zaragoza y 53 en Progreso. Como colofón, en 2016 fueron asignados “inmuebles vacantes” en Allende, con una extensión de 52 mil metros cuadrados, como consta en documentos en poder de quien esto escribe. Todo en el anonimato.

Como denominado­r común, salvo Nava, el resto de los municipios mencionado­s sufrieron despoblaci­ón entre 2010 y 2020 de acuerdo con el último Censo del Inegi. Así la hipótesis del desplazami­ento forzado se cumple al pie de la letra.

La última y nos vamos

Por lo demás, el círculo no se ha cerrado y el negocio no se ha consumado, pues el Gobierno federal ha frenado desde 2019 y hasta el momento las actividade­s extractiva­s. Aunque el trabajo sucio ya está hecho y hoy, a 10 años, conviene recordarlo.

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