Un peligro para México
Lo que ocurre en torno a la Reforma Eléctrica propuesta por el Presidente sirve para entender con una enorme claridad la razón por la que no se equivocaban quienes en el 2006 nos advertían que López Obrador era un peligro para México. Veamos:
Desde su presentación, cuando se trataba de una simple iniciativa presidencial, era obvio que la Reforma Eléctrica contravenía lo plasmado en la Constitución política mexicana y en diversos tratados internacionales firmados y ratificados por nuestra nación, incluido el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, el T-MEC, signado por el propio Andrés Manuel. Por tanto, era absolutamente previsible -como de hecho puede leerse y escucharse en muchas entrevistas y artículos de opinión publicados a partir de la presentación de la iniciativa de reforma- que iban a llover amparos que serían necesariamente concedidos por los jueces.
Siendo así, existen solo dos posibilidades para que, a pesar de todo, el Presidente se haya atrevido a enviar la iniciativa en cuestión, ordenando, además, que los legisladores no le movieran ni una sola coma: o es un absoluto ignorante de la ley, o bien, tenía toda la intención de desatar una confrontación abierta con el Poder Judicial, porque sabía perfectamente que su reforma sería rápidamente detenida por la obligación de los jueces y magistrados de vigilar el cumplimiento de la Constitución.
Cualquiera de las dos posibilidades sirve para demostrar que AMLO es, efectivamente, un peligro para México. Si lo que está ocurriendo se debiera a su propia ignorancia -y la de su equipo cercano- resultaría terrible confirmar que nos gobierna alguien que juró cumplir y hacer cumplir la Carta Magna sin conocerla de manera elemental. Eso aportaría argumentos para comprender por qué su gestión ha sido un auténtico fracaso en temas como la seguridad pública, la salud y la economía. Pero no seamos ingenuos. Nadie puede llegar a ser Presidente siendo así de ignorante.
Me parece evidente que López Obrador sabía perfectamente que iba a desatar una ola de amparos que le servirían para arreciar su ataque contra un Poder Judicial, que no tenía mayor opción que conceder las suspensiones solicitadas por los afectados por la reforma. Es claro, además, que tenía a sus huestes preparadas para acosar a jueces y magistrados en las redes sociales, lo que, a su vez, justificaría los propios ataques del Mandatario.
El discurso del aspirante a dictador es simple: en Palacio Nacional habita el héroe y en los juzgados federales están los villanos. AMLO les está diciendo a sus seguidores, en particular a los más adoctrinados, que sus buenas acciones son frenadas por jueces y magistrados, que son unos corruptos y unos traidores a la patria al servicio de los intereses extranjeros. Así, justifica su intentona de colonizar el Poder Judicial.
Queda probado que López Obrador sí es un peligro para México, porque no le importa ocasionar una guerra entre los poderes Ejecutivo y Judicial, a sabiendas de que cuenta con el apoyo ciego de aquellos a los que manipula a punta de dádivas. Destruir la institucionalidad para convertirse de facto en rey. Ese es el tamaño de su perversión.