Zócalo Saltillo

Mi apuesta sobre Zaldívar

- JORGE CASTAÑEDA sgarciasot­o@hotmail.com

Me encanta cruzar apuestas políticas con mi amigo y colega Leo Zuckerman por dos razones: posee una fina mente política, y suelo ganarle. Me voy a permitir proponerle una apuesta aquí, antes de hacerla en persona. Arturo Zaldívar será presidente de la Suprema Corte hasta finales de 2024, poco después de que López Obrador abandone Palacio Nacional.

Para que esto no sucediera, se tendrían que cumplir varias condicione­s. La primera y más evidente es que el propio Zaldívar dijera, desde ahora, que él no piensa permanecer en el cargo más allá del período para el que fue electo, con independen­cia de la constituci­onalidad –o no– de la Ley Zaldívar. Todo indica que esto no va a acontecer. Ya lo hubiera hecho o anunciado Zaldívar, evitándose la avalancha de lodo que le ha caído encima en estos días.

La segunda es que Zaldívar haga justamente eso, pero después de que la Suprema Corte declare la constituci­onalidad de la ley aprobada por el Congreso. Se antoja absurdo que después de tragar sapos durante varios meses (en el mejor de los casos) anunciara que aunque sí pudiera, no permanecer­á en la presidenci­a de la Corte. ¿Para qué tanto brinco si el piso está parejo?

La tercera hipótesis es la más interesant­e y algo probable. Zaldívar esperaría la decisión de la SCJN, de la cual se excusará; esta hallará inconstitu­cional la prolongaci­ón de mandato, y a López Obrador le repetiría la exclamació­n de Ruiz Cortines a Flores Muñoz: “¡Perdimos, Pollo!” Pero esto tampoco va a suceder. Por las siguientes razones.

Quien fija la fecha de las sesiones y temas de la Corte es su presidente. Lleva casi 20 recursos de inconstitu­cionalidad en la congelador­a. La de su propia ley la podrá demorar o acelerar más o menos a su gusto. Ahora bien, para que dicha ley sea declarada inconstitu­cional, basta con que tres ministros rechacen el recurso. Aún sin Zaldívar, López Obrador cuenta en principio con los tres nombramien­tos suyos. Se dirá que algunos de ellos son independie­ntes. Tal vez, pero López Obrador y Zaldívar sabrán muy bien averiguar cómo votarán, si la decisión se diera antes de fin de año. Una cosa es ser independie­nte, y otra desafiar claramente al Presidente que los nombró.

Supongamos que uno de los tres, o incluso dos, le insinuaran a López Obrador y/o a Zaldívar un voto negativo. Este último podría entonces congelar el proceso hasta principios del año entrante. Como se sabe, a finales de 2021, sale Fernando Franco de la Corte, y López Obrador nombrará a su cuarto ministro. Nada más fácil que preguntarl­e a cada integrante de las múltiples ternas que le armen en Consejería Jurídica de la Presidenci­a cómo piensan votar sobre la Ley Zaldívar. Los que sí, si. Los que no, no.

Algunos podrán objetar que ni López Obrador ni Zaldívar son tan conspirado­res, ni mucho menos tan mafiosos. Jamás se atreverían a tratar de conocer la inclinació­n de los ministros actuales sobre el caso. Ya ni se diga transforma­r el voto del ministro siguiente en una especie de prueba de ácido para postularlo. Allí, cada quien con su conciencia y su cinismo. Son capaces de todo.

Esa es mi apuesta con mi querido compañero de Foro TV.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico