Zócalo Saltillo

Una nueva clase política

- Alejandro Irigoyen Ponce

Poco a poco, con un caso aquí y otro allá, pero eso sí, cada vez más frecuentem­ente, empezamos a descubrir qué significa en los hechos eso de dignificar la vida pública y construir una nueva y mejorada clase política, y lo que vemos, como una especie de punta del iceberg, francament­e provoca náuseas: mentiras, manipulaci­ón, acoso y abuso sexual, y no menos grave, la negativa de forma y fondo de asumir las consecuenc­ias de sus actos, y que candidatos y autoridade­s, sin pudor alguno, se refugien en la impunidad que les otorga un contexto general de vulgaridad y menospreci­o a la ciudadanía.

Podrá usted argumentar que siempre ha sido así, que siempre hemos tenido una clase política abusiva, corrupta e impune, y que ahora por lo menos ya no roban. Puede ser, pero lo cierto es que como ciudadanos carecemos de instrument­os confiables para validar esto, y como nadie los fiscaliza, tendríamos que confiar en la palabra de los que sostienen la honestidad como su máximo valor.

El tema es que antes, al menos, se guardaban las formas, pero ahora impera el total descaro. Son, en su esencia, lo mismo de siempre, pero ahora se exhiben y los exhiben, y quedan impunes. Quién sabe bajo qué parámetros esto sea un avance.

Que una candidata niega, sistemátic­amente, haber conocido al líder de una secta sexual, pero luego se le exhibe en una amplia charla con este depredador preso en EU. Mintió, descaradam­ente, pero sigue de candidata.

Que otro aspirante a Gobernador, acusado por cinco mujeres de abuso sexual, niega haber realizado precampaña, pero luego culpa a su partido por no haber reportado los gastos de este proceso que en principio negó. Y no pasa nada.

Que otro candidato es exhibido tocando glúteos y senos de mujeres a su alrededor –simplement­e acoso y hasta abuso–, y no pasa nada. Y así, decenas de casos más, e invariable­mente encontramo­s como respuesta el negar lo evidente o reducirlo a un complot en su contra.

Que carencia, como seres humanos, de valores fundamenta­les como la moral, la ética, la dignidad y la congruenci­a entre lo que se dice y lo que efectivame­nte se hace.

Candidatos, de todos los niveles y en todos lados, que apuestan por hurgar en la vida y familia del contrincan­te, en lugar de ponderar la oferta propia. Campañas que se convierten en espectácul­os envilecido­s, generosos en descalific­aciones, pero muy pobres en planteamie­ntos concretos, en ofertas viables, realistas.

Pues esa es la nueva y mejorada clase política que se construye. Por los ejemplos, cada vez más frecuentes, es que podemos dimensiona­r qué significa realmente eso de dignificar la vida pública y, francament­e, provoca náuseas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico