Son daños a Templo Mayor ‘reversibles’
Trabaja grupo para resguardar vestigios
Tras la intensa granizada del pasado 28 de abril, una de las joyas arqueológicas mexicanas, el Templo Mayor, sufrió un descalabro que, hasta ahora, ha resultado más aparatoso que dañino, pero que ha revelado la necesidad de destinar mayores recursos al mantenimiento de las estructuras que resguardan el patrimonio.
Con el derrumbe de uno de los techos instalados por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez en 1982, el que guarecía a la Casa de las Águilas de la intemperie, los expertos del INAH trabajan a contrarreloj para resguardar los vestigios comprometidos.
En entrevista, el director del Proyecto Templo Mayor, el arqueólogo Leonardo López Luján, pondera los daños –por ahora, menores– causados por la caída de la techumbre y ex
plica el porqué del derrumbe.
Considerando el peritaje más reciente, se le preguntó cómo describiría los daños sufridos y dónde se concentran, a lo que respondió que “aunque los especialistas en conservación, ingeniería y protección civil han trabajado intensamente, el peritaje aún no se concluye. Sin embargo, ya nos fue permitido ingresar por debajo de la cubierta colapsada y evaluar de manera preliminar los daños en los vestigios arqueológicos”.
Por otra parte, al preguntársele cuál es la situación de los vestigios y si están fuera de peligro dijo que “Por fortuna, la manera en que colapsó la cubierta hizo que solo hubiera impactos en zonas muy puntuales. Los daños son relativamente menores y reversibles”.
Después del colapso de la techumbre que cubría la Casa de las Águilas en la Zona Arqueológica del Templo Mayor se apuntalaron secciones de la cubierta con madera.