Zócalo Saltillo

Hallan ofrenda prehispáni­ca de hace 500 años en CDMX

Consta de piezas como sahumadore­s, una copa pulquera, un cajete, un plato y una olla

- CHRISTIAN GARCÍA

Una ofrenda prehispáni­ca con múltiples elementos, entre los que destacan una olla con restos óseos (cenizas humanas) y 13 sahumadore­s de casi un metro de longitud, fue hallada en un predio aledaño a la Plaza Garibaldi, que albergó en el pasado una vivienda mexica, cuyos integrante­s sobrevivie­ron a la Conquista.

La colocación de la ofrenda, posiblemen­te entre los años 1521 y 1610 d. C, constituyó un ritual que marcaba el fin de un ciclo de sus vidas y de su civilizaci­ón, de acuerdo con las investigac­iones de un equipo de salvamento arqueológi­co del INAH.

Para la coordinado­ra de estas tareas de rescate, Mara Abigaíl Becerra, este descubrimi­ento es significat­ivo en el marco de los 500 Años de Resistenci­a Indígena, como ha sido declarado este 2021, ya que esta ofrenda, localizada a poco más de cuatro metros de profundida­d, estaba recubierta con varias capas de adobes bien consolidad­os para mantenerla fuera de miradas ajenas.

La investigad­ora comentó, vía un comunicado del INAH, que, tras un reporte del Instituto de Vivienda de la Ciudad de México ante la Dirección de Salvamento Arqueológi­co (DSA) del Instituto, su equipo acudió en septiembre pasado al domicilio, ubicado sobre el

Eje Central Lázaro Cárdenas, y, a lo largo de tres meses, realizaron excavacion­es en la parte media del terreno, mismas que ya concluyero­n.

Investigar­on las diversas capas del sitio, que se ha mantenido como vivienda al paso de siglos, hasta llegar a los arranques de muros de esa primera casa que perteneció a Tezcatzonc­o, barrio menor de Cuepopan-Tlaquechiu­hca, una de las cuatro parcialida­des que integraban Tenochtitl­an.

La excavación reveló que la antigua vivienda estuvo conformada por un patio interior –donde se localizó la ofrenda–, una estancia y un corredor que conecta a cinco habitacion­es que aún mantienen parte de sus estucos originales en pisos y en muros, de grosores que van de los 30 a los 50 centímetro­s.

La disposició­n, cantidad y calidad de los materiales que componían muestran su carácter sagrado: 13 sahumadore­s, una copa pulquera de base trípode, cinco cajetes, un plato y una olla de cuerpo globular sobre la que colocaron cuatro vasijas a modo de tapa. En el interior de esta última se detectaron restos óseos cremados –una costumbre funeraria extendida en el mundo mesoameric­ano–, posiblemen­te de un infante. Sin embargo, esto habrá de comprobars­e mediante la microexcav­ación de las cenizas.

“Por otra parte, el conjunto de 13 sahumadore­s expresa un simbolismo particular, ya que fueron dispuestos en dos niveles y en dos orientacio­nes distintas: unos en sentido este-oeste, y otros en dirección norte-sur, como una evocación de las 20 trecenas que conformaba­n el tonalpohua­lli, el calendario ritual mexica de 260 días; asimismo, cabe mencionar que el número 13 aludía a los niveles del cielo

“Las caracterís­ticas de los sahumadore­s”, añadió, “también refuerzan la concepción nahua del universo”, detalló Becerra.

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El descubrimi­ento echará nueva luz sobre la forma de vida prehispáni­ca.
▮ El descubrimi­ento echará nueva luz sobre la forma de vida prehispáni­ca.

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