La preeminencia del petróleo
Apesar de los esfuerzos de organizaciones no gubernamentales orientados a mejorar la calidad de los ecosistemas, frenar el consumo de energías fósiles y sustituirlas por las llamadas verdes (renovables), el consumo de carburantes está todavía en el centro de la actividad económica y sus fluctuaciones preocupan a los países industrializados y a los grandes productores de energías no renovables.
Países desarrollados y economías emergentes. La dependencia que se tiene del “oro negro” hace muy vulnerables a las empresas, a tal grado que la estrategia que han formulado algunas de las economías más afectadas por la oscilación de los precios, ha unido a gobiernos antagónicos en áreas como la comercial y geopolítica.
Aunque los precios del crudo en el mercado de futuros muestran una disminución para enero del próximo año con respecto a noviembre de 2021, países como Estados Unidos, China, Japón, India, Inglaterra y Corea del Sur se han unido para “inundar” el mercado, de tal manera que la oferta “maniate” las probables alzas de precios y recurrirán a sus reservas de petróleo. Por ejemplo Estados Unidos contempla sacar de sus inventarios 50 millones de barriles, que podrán estar a disposición de las empresas y consumidores privados (automovilistas) cuando lo dispongan, siempre y cuando los precios de los hidrocarburos rebasen los máximos establecidos por las autoridades energéticas. Estados Unidos dispone de una de las reservas petroleras más grandes del mundo.
Para algunos analistas políticos estos inéditos acuerdos energéticos sorprenden porque forman una especie de cártel contra la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el cual tratará de neutralizar cualquier política expansiva o restrictiva de la producción de crudo. Con ello, la organización liderada por economías no desarrolladas perdería fuerza económica y política, y la obligaría a repensar sus acciones frente a sus grandes compradores de energéticos. Así, es muy probable que no se vuelva a repetir lo que sucedió en los años 70 del siglo pasado, cuando los 12 países miembros de la OPEP desequilibraron los mercados productivos con notables aumentos en los precios del barril de petróleo, obligando a las transnacionales a crear tecnologías ahorradoras de gasolina en la construcción de los motores de combustión interna.
Desde la perspectiva puramente económica el impacto de consumir del reservorio energético es insignificante, pues 50 millones de barriles cubren la demanda estadunidense de solo tres días. Sin duda, lo que sobresale es la señal política y la advertencia que se envía a la OPEP, de quién tiene el control del mercado de energéticos.
Los países que conforman la OPEP. En la próxima reunión que tengan seguramente estará en su agenda como punto a discutir el desplome de los precios en las últimas fechas, que repercutió en el mercado de futuros. Además, es factible que limiten la producción ante la amenaza latente de la cuarta ola de Covid-19. Una disminución de sus exportaciones deteriora, como efecto multiplicador, toda su economía, porque generalmente han sido monoexportadores de petróleo, como es el caso de Venezuela y algunos países africanos. En resumen, las energías de fuentes como el gas y el petróleo siguen siendo el combustible que lubrica y activa la vida productiva mundial. En realidad aún no se sabe con certeza cuándo dejarán de serlo.