La guerra de las marchas
La marcha del domingo 13 de noviembre, desató una de las reacciones más pueriles que el Presidente haya tenido durante su mandato, al día siguiente de la marcha, Andrés Manuel se volcó en severas descalificaciones contra todo aquel que se atrevió a marchar en apoyo del INE. Así pues, ante lo que consideró un agravio a su persona, y en un arrebato de egocentrismo infantil, lanzó una convocatoria a sus fieles para que se organicen de manera inmediata en una contra-marcha para el próximo domingo, con el único fin de reivindicar su orgullo.
Para el Presidente, es poco grave seguir sembrando la polarización en la población que caprichosamente gobierna, por el contrario, sus acciones nos llevan a predecir que por ninguna causa abandonará su esmero de alentar la confrontación entre los mismos mexicanos, para seguir imponiendo la política de odio sin razón, que hasta hoy tantos beneficios le ha traído.
El Presidente se regocija en esta polarización a la que lleva siempre a la ciudadanía a niveles cada vez más graves, para propiciar el ambiente en el cual se siente más cómodo, en el que tiene la oportunidad de demostrar que con un chasquido de dedos moviliza su base y le da un nuevo motivo de temor a quienes no le siguen en sus ideales, a esos ciudadanos que con su participación quisieron defender un causa y que por no estar con él le han provocaron un agravio terrible a su vanidad.
La marcha convocada por el Presidente para el próximo 27 de noviembre, lo dice todo, AMLO quiere demostrar al pueblo que le contradice, que sus operadores saben organizar grandes marchas, y que quienes le siguen pueden juntar más gente que le ayude a enaltecer su nombre y con eso apagar con el amedrentamiento cualquier voz disidente, por legítima que sea, como si la marcha ciudadana en apoyo del INE hubiera sido un grave insulto al que hay que responder con mayor fuerza y de inmediato.
Por desgracia, esta nueva marcha, al igual que las consultas que ha organizado la Administración actual, será un esfuerzo económico y un desgaste a sus fieles por demás innecesario. Y es que para nadie es desconocido que ciertamente López Obrador y sus operadores se han caracterizado por manifestarse en las calles por cualquier causa, lo que los hace expertos en movilizaciones de todo tipo, y que ahora con el recurso y la fuerza del Estado, sin duda alguna organizará la marcha del tamaño que deseen.
Con lo anterior, se hace evidente que para el Presidente la causa generadora de la primera marcha ciudadana ha quedado en segundo término y es que hasta se ha olvidado que todo fue provocado por su anhelo de imponer una reforma electoral atentatoria contra la democracia, la cual ha enviado para su discusión a sabiendas que no pasará, porque para él, lo único importante ahora es sacar al pueblo bueno que le sigue para confrontarlo a cualquier minoría legítima, porque a sus ojos carece de valor. Para él las minorías de cualquier naturaleza que salgan y le reprochen algo, nada de legitimidad tienen y hasta son moralmente impresentables. Y quizá sea esto último lo único verdaderamente inquietante.