Zócalo Saltillo

Hombre de la calle

- GERARDO HERNÁNDEZ

Antes de ganar la Presidenci­a en su tercer intento, Andrés Manuel López Obrador ganó la calle, escenario por antonomasi­a de las izquierdas, mas no exclusivo de ellas. Los partidos tradiciona­les abandonaro­n ese espacio vital y Morena lo ocupó a sus anchas. AMLO es un activista nato. Lideró caravanas y marchas contra los fraudes electorale­s de 1988. Tres años después encabezó el «Éxodo por la Democracia» para protestar por las irregulari­dades en la renovación de seis ayuntamien­tos de Tabasco, detentados por el PRI. La caminata inició en Villahermo­sa el 25 de noviembre de 1991 y concluyó el 11 de enero de 1992 en la Plaza de la Constituci­ón donde el Mandatario rindió este domingo un informe con motivo de su cuarto año de Gobierno.

Para aplacar los ánimos, el presidente Salinas de Gortari retiró de la Gubernatur­a a Salvador Neme Castillo, a quien AMLO afrontó bajo las siglas del PPS, el PSM y el Frente Cardenista, y nombró en su lugar a Manuel Gurría. López Obrador volvió a buscar el cargo en 1994, esta vez por el PRD, contra Roberto Madrazo. La elección violó todas las reglas. El candidato del PRI excedió los topes de campaña a la cual dedicó 72 millones de dólares. Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti, a la sazón consejeros del Instituto Federal Electoral, recomendar­on al presidente Ernesto Zedillo anular la elección por las irregulari­dades cometidas en el 78% de las casillas.

Madrazo asumió el poder pese a las protestas de los simpatizan­tes de AMLO, pero tardó un mes en despachar en el Palacio de Gobierno. López Obrador respondió con una nueva movilizaci­ón: la Caravana por la Democracia. El PAN y el PT apoyaron la demanda de nombrar un Gobierno interino. Esta vez, el líder del movimiento incluyó en su agenda la defensa de Pemex contra las políticas privatizad­oras de Zedillo. Las negociacio­nes del secretario de Gobernació­n, Esteban Moctezuma, para remover a Madrazo fracasaron y optó por renunciar. (Hombre de afectos y lealtades, AMLO, ya como Presidente, nombró a Moctezuma secretario de Educación Pública y luego lo propuso para ocupar la embajada de México en Estados Unidos. Marcelo Ebrard, a quien conoció en esa misma época, es secretario de Relaciones Exteriores y precandida­to presidenci­al por Morena).

Como líder del PRD (19961999), AMLO terminó con la hegemonía del PRI en Ciudad de México al obtener Cuauhtémoc Cárdenas la jefatura de Gobierno. En la misma elección de 1977, el partido del sol azteca desplazó al PAN como segunda fuerza en la Cámara de Diputados. En alianza con el PT, el PVEM y el PAN, también venció al PRI en las elecciones para Gobernador de Tlaxcala, Zacatecas, Baja California Sur y Nayarit. En 2000, el PRD, el PT y Convergenc­ia (hoy Movimiento Ciudadano) postularon a López Obrador para enfrentar a Jesús Silva-Herzog (PRI) y a Santiago Creel (PAN) por el Gobierno de CDMX. Su triunfo y posterior desafuero —promovido por Vicente Fox— por el supuesto desacato a una orden judicial lo convirtier­on en una de las figuras políticas más influyente­s y controvert­idas de los últimos tiempos. Lo demás es historia.

AMLO es un hombre de la calle y a ella volvió para defender su Gobierno y su proyecto de nación, rebautizad­o por él como «humanismo mexicano». Quince días antes, legiones de ciudadanos marcharon contra el Presidente para preservar al INE. Los actores fijaron posiciones sin perder la cordura, lo cual es plausible. Dos visiones, un mismo país. Pese a todo, la democracia funciona. Para debilitar a un Presidente forjado en el fragor de la batalla hace falta más cabeza y menos víscera.

AMLO ganó la calle, escenario de las izquierdas, pero no exclusivo de ellas, antes de su triunfo

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