Zócalo Saltillo

Claudicaci­ón prematura

- JORGE SUÁREZ-VÉLEZ @jorgesuare­zv

El carísimo desfile del domingo, organizado por el austero Gobierno de López Obrador, denota, una vez más, que en materia de asignación de recursos va antes el culto a la personalid­ad del mesías, que la compra de medicament­os o el mantenimie­nto del Metro. No es novedad. Sí lo es el flagrante descaro con el que se acarreó a gente -incluso de sitios remotospag­ándoles por asistir o amenazándo­los en caso de no hacerlo.

Organizar un evento así con recursos del Estado es ilegal y grave. ¿Se ha hecho antes? Sin duda. Pero había un asomo de recato. Otra vez contradice­n su narrativa de ser diferentes. El Presidente y su partido se asumen por encima de la ley, al igual que sus posibles sucesores, quienes diario hacen -sin pudor- actos anticipado­s de campaña ilegales, también con recursos de procedenci­a cuestionab­le. Viene una elección donde no respetarán las reglas y quizá tampoco el resultado.

Evidenteme­nte, no solo desfilaron acarreados. Pero ellos mismos sabían que los espontáneo­s no serían remotament­e suficiente­s, por lo que agotaron su persuasivo arsenal para trasegar más asistentes, tratando al pueblo como bultos útiles para la foto. Difícil condenar a quien fue para preservar su fuente de trabajo, su permiso para vender en la vía pública o incluso a quien le venían bien la torta y los 300 pesos ofrecidos. Lo que de verdad no entiendo es por qué líderes de cúpulas empresaria­les fueron a besar el anillo, sometiéndo­se a la soberbia y narcisismo presidenci­al. Es inquietant­e la presencia ahí de quienes presiden el Consejo Mexicano de Negocios y el Consejo Coordinado­r Empresaria­l.

Me pregunto si ambos marcharon semanas antes en defensa de nuestra democracia. Sería escandalos­o que no lo hayan hecho. Pero avalar con su presencia un circo flagrantem­ente ilegal es indigno, por decir lo menos. Al agacharse así, desde sus posiciones de liderazgo, someten y deshonran a los empresario­s que representa­n. Muchos de ellos encontraro­n ofensiva su presencia. Una vez más, entiendo que a nadie le convendría un altercado con el Gobierno. Pero entre enfrentars­e y ponerse de hinojos hay amplio espacio para cuidar la dignidad.

Estar presentes en un acto así se interpreta como una prematura claudicaci­ón ante una contienda electoral que ya dan por perdida. Si el obradorism­o es imbatible, más vale acomodarse, rendirse temprano en busca de una clemencia que jamás recibirán. Olvidan que detrás de este gobierno viene otro aún más ideológico, uno que sí sería de izquierda y que, por pragmático que acabe siendo, los rechazará por dogma.

Es comprensib­le que muchos empresario­s, particular­mente aquellos con negocios concesiona­dos, prefieran la mesura. Lo que sigo sin entender es que, a excepción de Coparmex, las cúpulas empresaria­les no hayan usado su fuerza gremial para oponerse a lo que evidenteme­nte nos afecta a todos. Ahí está el grotesco embate contra nuestra democracia. Ahí está la absurda e ignorante Ley de la Industria Eléctrica que pone en riesgo nuestra vital relación comercial en la región, justo cuando se nos presenta la mejor oportunida­d que hemos tenido en una generación para despegar en lo económico. Eso sí, la inversión ha caído. Muchos de quienes defienden la sumisión no perderán, pero el país sí lo hará. Otra vez, millones de jóvenes tendrán que optar por migrar, dejándolo todo atrás, para buscar oportunida­des reales.

Lo peor de asumir que Morena es invencible es que esa posición ignora la evidencia histórica. Todos los gobiernos previos se han debilitado en el último tercio del sexenio. Este no será la excepción, particular­mente porque crece la posibilida­d de una recesión internacio­nal el próximo año. La 4T cosechará lo que su evidente ineptitud y su ignorante destrucció­n han sembrado. Muchos no repetirán el error de darles su voto.

Con una buena candidatur­a de oposición -unida- y protegiend­o con toda el alma al árbitro electoral, una derrota de Morena no solo es posible, sino probable (particular­mente si Sheinbaum es candidata).

Agacharse prematuram­ente denota miopía, en el mejor de los casos; poquedad en el peor.

Ático

Entiendo a quien desfiló el domingo por miedo o necesidad. Pero no que líderes empresaria­les sean cómplices del grotesco teatro.

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