AMLO, la entrevista
Para el Presidente la corrupción se ha acabado, pero nada abona a esa tesis, sólo su convicción de que como él no es corrupto, tampoco son los demás en su círculo cercano
l programa de análisis e información periodística
Minutos, creado por Don Hewit, y producido por la cadena estadunidense CBS, se transmite desde hace más de medio siglo –56 años, para ser preciso– y goza de gran audiencia.
Cada emisión dominical consta de tres reportajes de actualidad. Sus primeros presentadores fueron Harry Reasoner y Mike Wallace, Premio Pulitzer de Historia 1999 (Wikipedia).
La versión mexicana se transmitió en Televisa entre 1978 y 1995. Federico Berrueto escribe en Espacio 4 (741) sobre la entrevista de Sharyn Alfonsi, periodista de 60 Minutos, con el presidente Andrés Manuel López Obrador, publicada el 24 de marzo.
“El Presidente –dice Berrueto– se muestra, como siempre, seguro de sí mismo, de lo que dice y ha hecho. Reconoce que la divulgación del dato personal, el número telefónico de la periodista del NYT, Natalie Kitroeff, jefa de la corresponsalía del Times para México, Centroamérica y el Caribe, fue una reprimenda, por lo que él considera una mentira la investigación de la DEA sobre que cercanos suyos se habían reunido con cárteles de la droga para recibir millones de dólares.
“En su opinión, no la puso en riesgo. Simplemente, fue un derecho que él se concede, aunque la ley se lo prohíbe, para responder algo que ni siquiera es una afirmación de ella, sino la divulgación de una investigación de las autoridades norteamericanas, que fue suspendida. Deja claro así su desdén al periodismo y su actitud pendenciera contra los periodistas, sin importar las consecuencias. Su proclama de respeto a la libertad de expresión se viene al piso.
“El Presidente tiene la convicción de un éxito mayor en todos los terrenos. Afirma, por ejemplo, para fundamentar los logros en materia de seguridad que los homicidios dolosos han disminuido 20% respecto al inicio de su Gobierno, y que se está atacando la impunidad, aunque la periodista revela que sólo cinco de 100 de las fatalidades dolosas son resueltas.
“La realidad es que este Gobierno es el que más homicidios acumula, 182 mil hasta el momento, cifra significativamente superior que la del anterior de 156 mil 066 o que la gestión de Calderón de 120 mil 433; sin considerar al menos 50 mil desaparecidos en este régimen, muchos de ellos asesinados, cifra sin precedente. Los homicidios deberán de llegar a más de 250 mil al cierre del Gobierno, cifras propias de un país en guerra civil.
“La circunstancia más preocupante es su respuesta a la violencia en el marco de las elecciones. Ante el señalamiento de los crímenes que enfrentan candidatos amedrentados o asesinados, el Presidente responde como el Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha con los secuestros, no hay razón para preocupar ni preocuparse. Las cosas están muy bien, con todo y que día a día se acumulan las cifras de candidatos asesinados. La respuesta deja al descubierto que no habrá acción para blindar a las elecciones y que los territorios en donde manda el crimen seguirán igual.
“El Presidente reconoció que México produce fentanilo, a su decir, igual que Canadá y EU, pero que los precursores químicos vienen de Asia. Verdad parcial que se vuelve mentira cuando afirma que en México no hay consumo de drogas que importe, porque los mexicanos tienen valores que los blindan de tal amenaza, entre otros, que no hay desintegración familiar, afirmación que muestra, además de ignorancia (se suspendió la encuesta sobre adicciones), su vena conservadora chovinista acerca de la familia.
El Presidente piensa en el México de 40 años atrás; las familias hoy proyectan una realidad dramáticamente diferente: violencia familiar, desintegración, embarazos de adolescentes, pobreza, así como pérdida de autoestima y dignidad en sus integrantes.
“Para el Presidente la corrupción se ha acabado, pero nada abona a esa tesis, sólo su convicción de que como él no es corrupto, tampoco son los demás en su círculo cercano y en su Gobierno.
“Con ello se entiende la manera en que responde a las denuncias de venalidad en su Gobierno y volverlas una embestida de los medios corruptos y de los conservadores ante el éxito por él alcanzado.
“Una entrevista que dibuja el fin de un Gobierno, seguramente también el final de una época independientemente de los resultados de la elección. La experiencia vivida por el país es irrepetible debido a la singularidad del Presidente; lamentablemente deja una mala herencia: naturalizar el clientelismo y el grave deterioro en la vida pública –difícil de revertir–, al igual que en las instituciones fundamentales de la República”.