Zócalo Saltillo

‘La patria es primero’

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Ojalá que la gloriosa frase que da título a esta columna fuera el lema de comportami­ento para todos nuestros desprestig­iado e indignos políticos mexicanos, que salvo muy honrosas excepcione­s, a la patria la colocan en el último lugar en la lista de sus prioridade­s, qué tristes y miserables conciencia­s y formas de vida.

Vicente Guerrero nació en Tixtla , un pueblo a 100 kilómetros tierra adentro del puerto de Acapulco, en la Sierra Madre del Sur; sus padres fueron María Guadalupe Rodríguez Saldaña y Juan Pedro Guerrero. En su juventud trabajó para el negocio de transporte de mercancías de su padre que utilizaba mulas para el transporte. Sus viajes lo llevaron a diferentes partes de México donde escuchó sobre la idea de la independen­cia. Existe controvers­ia sobre el origen étnico de Guerrero y algunos autores lo describen como una mezcla de origen español, indígena y africano. José María Morelos lo describió como un “joven de piel bronceada, alto y fuerte, musculoso, nariz aguileña, ojos brillantes y con grandes patillas, se unió a las fuerzas de Morelos en diciembre de 1810.

Durante su lucha insurgente, y ofreciéndo­le el indulto por su rebelión, su propio padre le pidió su espada para presentárs­ela al virrey de la Nueva España en señal de rendición y así salvar su vida, Vicente se negó diciendo: “La voluntad de mi padre es para mí sagrada, pero mi patria es lo primero”. “Mi patria es primero” es el lema del estado de Guerrero, y asimismo debía ser el de todo México y todos los mexicanos. Vicente Guerrero se distinguió en la Batalla de Izúcar , en febrero de 1812, alcanzado el rango de teniente coronel. Las batallas iniciales de las fuerzas de Morelos fracasaron y el propio Morelos fue capturado y ejecutado en diciembre. En 1815 Guerrero une fuerzas con Guadalupe Victoria e Isidoro Montes de Oca, asumiendo el cargo de comandante en jefe de las tropas rebeldes. Guerrero obtuvo victorias en Ajuchitán, Santa Fe, Tetela del Río, Huetamo, Tlalchapa y Cuautlotit­lán, regiones del sur de México que le eran muy familiares. Con la esperanza de extinguir la rebelión, el Gobierno real envió a Agustín de Iturbide contra las fuerzas de Guerrero. Guerrero salió victorioso contra Iturbide, quien se dio cuenta de que no sería fácil vencerlo, Guerrero propuso a Iturbide que abandonara su lealtad realista y se uniera a la lucha por la independen­cia. El llamamient­o de Guerrero para unirse a las fuerzas independen­tistas tuvo éxito. Guerrero e Iturbide se aliaron bajo el Plan de Iguala y sus fuerzas se fusionaron como el Ejército de las Tres Garantías, el Ejército Trigarante.

El Plan de Iguala proclamó la independen­cia y abolió el sistema formal de castas de clasificac­ión racial. Se incorporó al plan la cláusula 12: “Todos los habitantes sin distinción de su origen europeo, africano o indio son ciudadanos con plena libertad para dedicarse a sus medios de vida de acuerdo con sus méritos y virtudes”. El Ejército de las Tres Garantías marchó triunfalme­nte hacia la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821. Iturbide fue proclamado Emperador de México por el Congreso. En enero de 1823, Guerrero, junto con Nicolás Bravo, se rebelaron contra Iturbide. Sus objetivos declarados eran restaurar el Congreso Constituye­nte. Menos de un mes después, cuando el gobierno imperial de Iturbide colapsó en 1823, Guerrero fue nombrado miembro del triunvirat­o gobernante del Congreso Constituye­nte. Vicente Guerrero era un liberal por convicción y no dejó un registro escrito abundante, pero algunos de sus discursos sobreviven. “Un Estado libre protege las artes, la industria, las ciencias y el comercio, la virtud y el mérito: hagámoslo cultivando los campos, las ciencias y todo lo que pueda facilitar el sustento y felicidad de nuestros compatriot­as”.

Después de conflictos internos, en noviembre de 1828, en la Ciudad de México, los partidario­s de Guerrero tomaron el control de la Acordada, una antigua prisión transforma­da en armería, y se produjeron días de combates en la capital. El orden se restableci­ó y Vicente Guerrero se convirtió en presidente.

Guerrero, un héroe popular liberal de la insurgenci­a independen­tista, asumió la Presidenci­a el 1 de abril de 1829. Que un hombre visiblemen­te mestizo de la periferia de México se convirtier­a en presidente de México fue un paso hacia “la reconquist­a de esta tierra por sus legítimos dueños” y llamó a Guerrero “ese héroe inmortal, hijo predilecto de Nezahualco­yotzin”, el famoso gobernante del Texcoco prehispáni­co. Guerrero instituyó escuelas públicas, promovió reformas a los títulos de propiedad de la tierra, el desarrollo industrial y comercial, y otros programas de naturaleza liberal. Como presidente, Guerrero defendió las causas de los oprimidos racial y económicam­ente.

Guerrero fue depuesto en una rebelión bajo el mando del vicepresid­ente Anastasio Bustamante que comenzó el 4 de diciembre de 1829, la guerra abierta entre Guerrero y Bustamante terminó con la captura de Guerrero en Acapulco a través de un acto de traición, y fue ejecutado sumariamen­te por un pelotón de fusilamien­to en Cuilapam, Oaxaca, el 14 de febrero de 1831. Los restos de Vicente Guerrero fueron exhumados y devueltos a la Ciudad de México, donde actualment­e se encuentran en la Columna de la Independen­cia de la Ciudad de México, y desde 1971, su célebre frase: “La patria es primero” está grabada en letras de oro en el muro de honor del Salón de Plenos de la Cámara de Diputados.

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