Zócalo Saltillo

Capta con poesía la locura de Monk

Aborda León Plascencia Ñol diferentes visiones del pianista Thelonious Monk y su música

- CHRISTIAN GARCÍA

¿Quién es Thelonious Monk? ;Para el crítico musical Frank Tirro “un caso aparte, considerad­o un excéntrico en el seno de la excéntrica comunidad del bebop”, para el saxofonist­a John Coltrane, fue un “arquitecto musical del más elevado orden”, y para el baterista Albert Tootie Heat fue un misterio “que nunca pude llegar a comprender”. Para el poeta mexicano León Plascencia Ñol, en cambio, “fue una posibilida­d para un poema”.

Todas esas paradojas, disonancia­s, cambios y facetas son las que enriquecen la leyenda de uno de los pianistas más legendario­s del jazz. Un genio único en su forma de tocar y de enfrentars­e a la música; variable como el mismo género al que se dedicó y del que fue, sin duda, parte fundamenta­l en su desarrollo y evolución con su carácter arrebatado. Pero todas esas visiones del intérprete son sólo partes de un rompecabez­as o, quizá mejor dicho, son notas de una partitura: la de Thelonious Monk. Misma que Plascencia Ñol arma y ejecuta en su libro más reciente: Monk (UANL, 2023).

“La primera vez que escuché a Monk fue un sacudimien­to”, recuerda el escritor, quien durante su adolescenc­ia quedó encandilad­o por la irrupción sonora de las teclas del jazzista. Aunque si para Plascencia Ñol la música fue la puerta de entrada al universo Monk, la razón para quedarse llegó por su figura: “Siempre me interesó por todas estas dislocacio­nes que tiene en el momento de tocar. Pensé que había en él bastante material para una exploració­n, sobre todo de

su personalid­ad”, comenta el poeta a Zócalo en entrevista.

Monk, quien nació en 1917 y murió en 1982, ha sido definido sí, como un genio, pero también como un loco, alguien atravesado por la depresión o quizá la esquizofre­nia, aunque también se sospecha que, al igual que muchos de sus contemporá­neos, estuviera afectado por la adicción a las drogas. Esos límites entre la genialidad y la locura son los que explora Monk, libro dividido en siete tracks, ya que “está pensando como un disco”, según señala el poeta, y añade que “cada sección trata de abordar diferentes temas. A veces habla Monk, en ocasiones habla algún crítico, en ocasiones habla la esposa, a veces los hijos. Luego habla Pannoninca, quien fue la mecenas de Monk y de otros músicos. Me parecía que había elementos narrativos súper interesant­es ahí, pero no quería escribir una novela. Quería escribirlo desde la posibilida­d del poema y todo lo que me diera el poema”.

Por ello, el libro se siente, a su vez, como una pieza de jazz ejecutada en la técnica de Monk. En la que el poema es la estructura a seguir, pero en la que saltan notas disonantes como citas textuales, médicas y de crítica musical. Pero también hay fotografía­s, anotacione­s manuscrita­s del músico, así como intervenci­ones y reescritur­as que enriquecen al libro y su propuesta.

“Quise plantearme el libro como un reto. Quería contarlo desde cómo se veía él, cómo lo veía su esposa, Pannonica, los críticos. Entonces traté de buscar distintos registros, incluso hay poemas en los que trato de explicar cómo es mi experienci­a con Monk a través de su música, pero también la experienci­a vital, porque para mí es muy importante escuchar jazz, porque la música de Monk tiene mucho que ver con mi propio pensamient­o, con la forma en cómo pienso”, concluyó el poeta.

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Plascencia Ñol es un fanático de la música del jazzista.

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