Escándalo
Cuando comencé a estudiar Sociología en Chile, el escándalo socioeconómico era que organismos internacionales indicaron que los hijos de los obreros se alimentaban mal. Por lo tanto, no desarrollarían toda su inteligencia. La frase que impresionaba era que “los hijos de los obreros seguirán siendo obreros”. En esa época, la mayoría de los países de Latinoamérica tenían gran parte de su población en la miseria, con desnutrición, falta de agua potable, casas confortables, sanidad, etc.
Han pasado cincuenta años y más, y el panorama ha cambiado algo en la región. No se pueden negar los esfuerzos de Gobiernos locales y extranjeros por combatir la desnutrición y la pobreza.
Panamá no escapa de esa realidad. Aquí se han invertido millones de dólares propios y extranjeros para mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Ahora nos llenamos de orgullo al decir que somos uno de los países latinoamericanos con buena economía... Pero el escándalo de la mala alimentación y pobreza continúa. Dicen los técnicos que la mente de un niño se forma en los primeros cinco años. Si no recibe los nutrientes necesarios, es lógico que bajará su rendimiento, ya sea escolar o en la vida. Revisando estadísticas, encontré que de cada cien niños menores de cuatro años, setenta y cinco viven en la pobreza y sufrirán de desnutrición. Es lógico que la situación se agrave en las zonas indígenas… Las Naciones Unidas han señalado que hace quince años, uno de cada tres nacionales padecía hambre. Ahora solamente (¿?) es uno de cada diez. Algunos pensarán que “algo es algo”, pero eso no convence. Al mismo tiempo y como un contraste, tenemos que ya nuestra población sufre el “mal de los países ricos”: ¡el sobrepeso! Más de la mitad de nuestra población tiene sobrepeso, aunque esto no significa que esté bien alimentada. Ello se debe en parte a los malos hábitos alimenticios. Estamos acostumbrados a “llenarnos la panza” de masas y rechazamos las frutas y los vegetales. Respecto a la carne, debemos admitir que su precio se ha elevado mucho en los últimos años.
Debido a esto, prospera la industria del adelgazamiento. Estar “fit” se ha convertido en una obsesión que cuesta plata y puede afectar la salud si se exagera. Debo señalar que hay que impulsar la nutrición escolar, cueste lo que cueste. (En los años cuarenta del siglo pasado, en comunidades como Río Abajo se daba a los niños un vaso de leche y queso regalado por Estados Unidos…).