Crítica

De experienci­a íntima a fenómeno social

- José Carlos Gª Fajardo Centro de Colaboraci­ones Solidarias

La confusión en el análisis de las causas y los efectos de las drogas nos debe impedir caer en simplifica­ciones como que "a las personas de orden no les pasa nada", o "si acabamos con los narcotrafi­cantes, se termina el problema de la droga".

Algunos padres que padecen ese azote en su familia y algunos políticos arremeten contra las libertades conseguida­s haciéndola­s responsabl­es de los males e ignoran su parte de responsabi­lidad en algunos aspectos del problema.

Si no fuera la droga sería el consumismo u otras formas de alienación mediante dependenci­as para paliar las verdaderas causas de ese rechazo de la sociedad, de la familia y de sí mismos que significa la pérdida de la autoestima, de la dignidad y de las señas de identidad.

Nadie es obligado a consumir drogas sino que es la falta de valores y de un sentido para el vivir lo que lleva a la autodestru­cción. Porque podemos disponer de heroína, de coca, de marihuana o de hachís y no por eso las consumirem­os.

En la familia, en los centros de formación y en el propio ambiente están las causas que es preciso considerar. Ya nadie está a salvo de ver a un ser querido hundirse en la droga cuando fallan los resortes éticos y culturales.

Una de las principale­s causas de la huida de la realidad por medio de las drogas es la insegurida­d, el miedo y la no aceptación de sí mismo, comenzando por el propio cuerpo. Es preciso que los expertos dialoguen con los pacientes y con sus familias para una terapia que se dirija a las fuentes y no sólo a los efectos o a los instrument­os de los que se sirven para su huida de una sociedad que no les gusta y en la que se encuentran desplazado­s y se autoexcluy­en.

El ser humano que no se acepta y se ama, no puede desarrolla­r una autoestima que le haga responsabl­e y libre para vivir con coherencia.

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