¿Ratón de casa?
En los últimos meses, las oficinas de varias instituciones han sido saqueadas y vandalizadas. La primera interrogante que salta a la vista es ¿qué artículos de valor puede buscar un ladrón que se introduce en una oficina pública? Ese tipo de vandalismo de poco monta, característico de rateros sin experiencia abarca escuelas públicas, iglesias y otros establecimientos ubicados en puntos poblados.
¿Y por qué en momentos en que las facilidades tecnológicas para guardar dinero está a la disposición de todos, los directivos de esas entidades dejan recursos monetarios a la vista de los amigos de lo ajeno cuando dichos bienes de valor podría estar bajo custodia de bancos y entidades financieras más seguras? Curioso es también que esa inclinación por depredar los fondos del Estado sucede con mayor frecuencia durante los cambios de gobiernos.
Tan vergonzosa es la práctica que hace unos días las alcancías de la campaña arquidiocesana de la Iglesia católica fueron robadas y aparecieron dispersas en una carretera en el interior.
Las penas para este tipo de delitos deben ser revisadas y aumentadas.
Creo, sin ser experto en investigaciones de delitos, que nadie, va a ir desde una apartada comunidad de Chiriquí a robarse 500 dólares en las oficinas del tribunal electoral en Herrera, sin que tenga contactos o compinches en la cercanías de dichas instalaciones de servicio público.