El Siglo

Mi gorda bella

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Pese a tener padres de contextura delgada y muy atractivos, Anabela siempre sufrió de obesidad. Para ella era muy complicado y casi imposible conseguir en los mall talla de ropa que le entallará bien al cuerpo y ni hablar de los calzados, tenía que mandarlos a fabricar por el tamaño y ancho de sus pies.

Por ello sufría, porque veía a jóvenes de su edad lucir ropa y calzados a la moda, que ella ni soñando podría pretender usar. Tenía muy poco vestuario y solo dos pares de zapatos que pronto tendría que dejar de usar por el desgaste en las suelas. Anabela tenías 21 años y aún no tenía novio, situación que les preocupaba a sus padres.

Desde pequeña su debilidad eran la comida chatarra y el pastel de chocolate con almendras, que disfrutaba sin importarle el aumento de peso y las dificultad­es que tenía para dormir por el sobrepeso: 285 libras y 1.65 de estatura.

Anabela no era halagada con piropos ni los chicos de su edad en la barrida la invitaban al cine o a caminar. Era de pocas amigas. Su confidente era Patricia, su mejor amiga, quien además era su paño de lágrimas y la única que sabía su gran secreto: el amor que sentía por Pedro, un joven de 25 años, que era su vecino y que nunca, a pesar de haberse criado en la misma barriada, le dirigió la palabra.

En el verano del año 2000, Patricia se enteró por otra amiga que en una clínica de prestigio en Colombia se estaba promociona­ndo un concurso en el que las participan­tes- todas con kilos de más- tenían que someterse a una cirugía y a una dieta estricta, para lograr el peso ideal e inscribió a Anabela.

Al principio Anabela no estaba segura de dar ese paso, pero sus padres y Patricia la convencier­on y además pensó que si bajaba de peso el hombre que amaba en secreto o su amor platónico se fijaría en ella.

El gran día llegó. Viajo a Colombia y se instaló junto con el resto de las 10 participan­tes en un hotel reservado para ellas por la clínica. Eran cuatro etapas las que tenía que pasar las concursant­es, pero solo una sería beneficiad­a con el proyecto “Transforma­ción total”. Las largas jornadas de ejercicios y abstenerse de alimentos ricos en azúcar y grasa provocó que 8 de las chicas desistiera­n de seguir adelante. Anabela y la concursant­e de Honduras se disputaron por dos semanas las difíciles pruebas impuestas. Finalmente, Anabela resultó ganadora del concurso e inmediatam­ente cirujanos, nutricioni­stas y hasta expertos en etiqueta entraron en acción.

Pasaron 8 meses sin que nada se supiera de Anabela. Un domingo cuando casi todo el barrio se encontraba festejando el inició de los carnavales en el país, un carro negro y lujoso se detuvo enfrente de la casa de los padres de Anabela y una mujer despampana­nte muy estilizada mostrando primero un calzado dorado de tacón muy alto descendió dejando a hombres y mujeres con la boca abierta. No podían creerlo era la “gordita comelona”, como le apodaban sus vecinos transforma­da en otra persona: delgada, con la cintura de Thalía, piernas tonificada­s, cabello lacio a la cintura, ahora convertida en la mujer más hermosa de la cuadra.

Al día siguiente, Pedro se mantuvo en el portal de su casa con la esperanza de ver a Anabela y poder conversar con ella por primera vez, ya que siempre la ignoraba por su obesidad casi mórbida. A eso de las 5 de la tarde, salió Anabela, en pantalón corto, sandalias, la ropa que siempre quiso usar, a recibir a su amiga Patricia, que al verla quedó impresiona­da de la transforma­ción de su amiga. Pedro no recibió ni por cortesía la mirada de Anabela quién miró de reojo al gran amor de su vida.

El cambio físico de Anabela, fue un regalo de Dios comentaron sus padres por todo lo que sufrió en la escuela y en la barriada con la gente que la vio crecer, pero no la aceptaba por su gordura.

Ahora el “pae”, la chica que todos los pelaos querían invitar a salir y caminar agarrados de las manos, pero ella ahora se daba el tupe de pasarles al lado con su despampana­nte cuerpo, cabellera y modales muy refinados. La adolescent­e con los kilos de más quedó atrás y ahora se muestra como una mujer segura y motiva a otras chicas “gordas y bellas”, a que bajen de peso no solo para verse mejor físicament­e sino principalm­ente para conservar la salud.

UN DOMINGO CUANDO CASI TODO EL BARRIO SE ENCONTRABA FESTEJANDO EL INICIÓ DE LOS CARNAVALES EN EL PAÍS, UN CARRO NEGRO Y LUJOSO SE DETUVO ENFRENTE DE LA CASA DE LOS PADRES DE ANABELA

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