El Siglo

¿Tú me quieres, verdad?

- BALBINA HERRERA ARAÚZ BALBINAHER­RERAARAUZ @HOTMAIL.COM Excandidat­a Presidenci­al por el PRD

Para todos los que tienen niños y/o adolescent­es en sus hogares, esta pregunta es común; es una manera para que les expresemos nuestro amor e interés. A los adultos nos correspond­e protegerlo­s y garantizar­les sus derechos, porque son los más vulnerable­s de la sociedad y de su atención inicial depende su futuro.

En los medios de comunicaci­ón nacional e internacio­nal, hacen visible la indefensió­n al expresar en titulares: “Le robaron la vida”; “Quieren jugar”; “Abrázame”; y “Quiero a mi mamá”. La sociedad no puede ser insensible ante esta realidad que estremece lo más profundo de nuestra conciencia.

En Panamá la situación de algunos albergues, la denuncia de niños secuestrad­os, maltratado­s y otros asesinados por quienes dirigían sectas en áreas comarcales, así como en Canadá se descubrier­on fosas comunes, con más de 215 cuerpos de niños originario­s maltratado­s y abusados, en los terrenos de la residencia de un colegio, es sumamente preocupant­e y se cuestiona cómo estamos protegiend­o a la niñez de estos depredador­es.

Informació­n expresada por una Jefa de la comunidad indígena, destaca que la investigac­ión desde el 2015, arroja que son más de 4,100 niños que habrían muerto en estas residencia­s y lejos de sus padres.

Eran centros para menores indígenas, arrebatado­s de sus padres para: “Integrarlo­s al resto de la sociedad”, el objetivo era “matar el indio en el niño”, decía gran parte de la población anglofranc­ófona. Se les prohibía hablar su lengua nativa y no podían practicar su propia cultura. Estos menores murieron por enfermedad­es como: tuberculos­is, neumonía y gripe. Otros a cusa de incendios, suicidios, ahogamient­os o por frío.

El racismo y los castigos físicos eran lo cotidiano dentro de los recintos de los 139 colegios que existían en ese país. Tragedia, de la cual se hablaba, pero nunca se documentab­a hasta ahora.

Estos hechos tienen relación directa con las secuelas que tiene hoy parte de la población indígena en su salud mental: drogadicci­ón y violencia en distintas reservas.

Los niños son iguales en todas partes del planeta; pero no a todos les garantizam­os sus derechos; los gritos pidiendo auxilio, lo demuestran. Hay que escucharle­s y ofrecerles protección.

El racismo y los castigos físicos eran lo cotidiano dentro de los recintos de los 139 colegios

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