El Siglo

Si belleza interior lo conquistó

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La belleza exterior capturará los ojos, pero la belleza interior conquistar­á el corazón', muchas personas ignoran esto y se fijan más en las apariencia­s que en los sentimient­os. Ana, era un joven noble, pero un poco rellenita y por eso la conocían en el barrio como "la gorda".

Es un apodo que a muchas mujeres que luchan con el sobrepeso, les incomoda, pero Ana se cansó de pelear y aceptó su condición.

A pesar de ser una joven, de lindo rostro, muchos hombres, entre ellos Israel, el guapetón del barrio, la ignoraban por no ser una modelo de revistas y con tallas perfectas.

Israel, al contrario de Ana, era un joven que se parecía al muñeco Ken, con un cuerpo de envidiar, por lo que todas las mujeres se rendían a sus pies. Ana, por eso, pensaba que jamás tendría chance con él.

Un día Ana salió de su casa muy arreglada, iba a hacer un mandado a la universida­d. Ella estudiaba Contabilid­ad. Y por cosas de la vida se topó en el camino con Israel, quien, por cortesía, la saludo con una tierna sonrisa. Esa noche ella soñó con él, no lo pudo sacar de sus pensamient­os y hasta se imaginó besándolo como los personajes de las telenovela­s que veía.

Así pasaron los días, y cada vez que se veían se saludaban. Hasta que un día lo vio en la Universida­d. Él estaba enredado con un trabajo por lo que Ana aprovechó para acercarse, aunque temía ser rechazada. No fue así. Ella lo ayudó en su trabajo y desde entonces se hicieron amigos.

Esa amistad, que muchos criticaban porque la veían como “la bestia y la fea”, no le agradaba a Israel, sobre todo porque Ana era su amiga y se merecía un respeto. Pero poco a poco, con el pasar de los días, Ana fue conquistan­do su corazón sin que él se diera cuenta.

Aunque Ana no era el tipo de mujer que le robaría su atención, ella tenía algo que otras mujeres no tenían, sobre todo era muy atenta, cariñosa y, sobre todo, una buena mujer. Cualidades que Israel admiraba. Sin embargo, no quería admitir que se había enamorado de su amiga.

"Qué dirán mis amistades", era lo que pensaba. Pese a eso se hizo novio, pero era una relación a escondidas. Cero citas en públicos y solo se veían en su casa. Ana aceptó, pues siempre se había babeado por él.

A Israel le daba pena que lo vieran agarrado de la mano de Ana y eso casi hizo que perdiera una gran mujer. Ana se cansó de esa relación clandestin­a y reclamó su lugar. Y como Israel dudó, y ella prefirió dejarlo aunque su corazón terminara añicos.

Al poner fin a la relación el dolor no solo lo sentía Ana sino también él, quien, sin pensarlo, se dio cuenta que estaba loco por ella. La buscó, pero ella estaba decidida a no verlo.

Ante tanto rechazó de Ana, Israel, como todo un Romeo, fue a buscarlo a la Universida­d y frente a todos sus amigos le confesó que ella era la mujer que amaba y que le diera otra oportunida­d.

Ana no lo pensó dos veces y fue corriendo a abrazarlo y darle un gran beso.

Desde ese día la pareja de tórtolos, como todas las parejas del mundo, han tenido sus altas y sus bajas, pero cada vez están más enamorados.

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