El Siglo

Le metieron un cují al sugar daddy

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Regina salió de Ocú preñada, con la intención de conseguir trabajo en labores domésticas. Es que tenía que alimentar a su hijo Pedrito, de 4 años, alías ‘chombi’ y al que pronto daría a luz. La pobreza en su tierra natal recrudecía cada año y otra boca más no sería aceptada en la casa de su madre, donde vivía con 10 hermanos.

Las ofensas y reclamos de sus hermanos por traer hijos al mundo sin padres que se hicieran responsabl­es la orilló tanto, que un día agarró una muca de ropa y salió con su pequeño hijo de la casa de su mamá sin rumbo fijo. Ya arriba del autobús Ocú –Ciudad de Panamá, Regina no tenía idea de qué iba hacer con su vida. A las pocas horas, decidió bajarse del bus, para probar suerte en un pueblito ubicado entre Chame y Coronado. Deambuló por unos minutos hasta que se atrevió a acercarse a una residencia, para ofrecer sus servicios domésticos. La atendió Josefina, alias" lleva y trae", porque las orejas las ponía como las antenitas de vinil del Chapulín Colorado cada vez que veía movimiento­s extraños en el pueblo.

Josefina no le ofreció chamba, pero sí le señaló con el dedo índice dónde podían necesitar de sus servicios. Regina, de 22 años, era una tipa de buen cuerpo, nalgas redondas y piernas bien torneadas, de cabello negro largo y ojos color miel el clon de Kim Kardashian.

Cuando se acercó a la hacienda de Don Jerónimo él no había regresado de realizar sus rondas por las empresas que tenía en la zona. Era un hombre de mucho recurso económico, por lo tanto con muchas mujeres sobre todo jovencitas que le tenían el ojo puesto. Con algunas tuvo aventuras fugaces, nada serio. Caía la tarde cuando los peones lo vieron llegar con sus botas y chalecos de cuero y un sombrero de vaquero montado sobre los lomos de un caballo negro cuarto de milla, que hacían al Don aún más interesant­e.

Se desmontó del animal y se encontró frente a frente con Regina. Él quedó impactado por la belleza de mujer que tenía al frente y ella por la elegancia y fino vestir de Don Jerónimo, pero se hizo la indiferent­e. — ¿En qué te puedo ayudar, mujer? — ando en busca de trabajo señor— como ves aquí el trabajo que hay es para hombres, ¿qué sabes hacer? —Soy muy buena para las tareas del hogar—Bueno, sí necesito a alguien que se encargue de eso y le cocine a los obreros que tengo fijos en la hacienda.

De esa forma Regina y Don Jerónimo, que había enviudado hace 6 años, sellaron el trato. La muchacha se acomodó con su muchacho en una habitación en la planta baja de la hacienda. Al día siguiente se levantó tempranito, preparó el desayuno y se lo llevó a Don Jerónimo que ya estaba en el comedor. Ella tenía puesta una blusa transparen­te y un pantalonci­to blanco que dejaba entrever los glúteos. Regina usó esa ropa con su hecho pensado: llevarse a la cama lo más pronto posible al patrón antes de que la barriga le creciera. En pocas semanas cumpliría dos meses, así que tenía que apurarse.

Don Jerónimo no pudo sacar de su mente las tremendas nalgas de Regina, tan tonificada­s y perfectas como la de Jennifer López. Se la imaginaba encima de él de todas las formas. Pasaron los días y la rutina de llevarle el desayuno en ropa ligera a su patrón logró el resultado que ella esperaba. Un viernes en la noche, cuando su patrón veía un juego de la Selección de Panamá, decidió llevarle una cervecita bien fría a la sala, lo saludo y le colocó el six pack en la mesita cerca de la TV, dejó caer las servilleta­s quedando directamen­te sus nalgas en las narices de Don Jerónimo.

Envueltos entre sábanas blancas quedaron hasta el amanecer. Las cosas cambiaron para Regina, que ocupó una mejor habitación, sola para atender en las noches de pasión a su patrón. Tomó posesión sobre los quehaceres y hasta mandaba a los peones, que susurraban el romance.

A las pocas semanas Regina le dijo a su patrón que sería papá. Para Don Jerónimo, alto, blanco, cabellos castaños y ojos verdes, el sugar daddy de la zona, fue una grata noticia. El parto se adelantó dando Regina a luz a una hermosa hija de tez trigueña y pelo crespo. Cuando Don Jerónimo la tuvo en brazos busco en la recién nacida algún parecido con sus genes. Regina incómoda dijo es el vivo retrato de mi madre. Los comentario­s no cesaban entre los piones cada vez que Don Jerónimo sacaba a la bebé a tomar sol en las mañanas . Eso es un”gato por liebre”, “un cují”,” no se parece nadita al patrón”, “le pusieron los cuernos” y él lo sabe. Todos esos comentario­s le valían al sugar daddy, porque las noches de placer que le ofrecía Regina compensaba todo.

La pobreza hizo salir a Regina de su pueblo, pero con ella también llevó una criatura en el vientre. La hizo pasar por hija de su patrón a quien cautivó con su escultural figura.

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