CSS. Aumento de cuotas y edad de jubilación
Benito Juárez los describió con pelos y señales: “Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos lo traicionan,” pero tengamos presente que “algo peor que un político corrupto es un ciudadano que lo defiende.”
Los gobiernos (cualquiera) siguen recostándose sobre la Caja de Seguro Social su responsabilidad de dar salud a la población no cotizante, los beneficiarios, a través del Ministerio de Salud.
El 21/04/05, en esta página, publiqué un artículo “diálogo de sordos”, donde indicaba la situación del “diálogo”, mismo que terminó con la imposición del sistema de cuentas individuales, muerte lenta. Las consecuencias la sufrirán en poco tiempo.
Se ha arado en el mar y escribe en el viento. La distribución de medicamentos a los cotizantes es insuficiente, porque a la CSS se le recarga el beneficiario, sin que el gobierno aporte para su atención, hospitalización o medicamentos y se le otorgan los mismos derechos que al cotizante.
La atención del “beneficiario” es responsabilidad del gobierno a través de hospitales estatales y centros de salud o que pague solidariamente por cada beneficiario el 50% del aporte del trabajador, para que no sea otra carga que enterrará la Caja.
¿Por qué el cotizante no aporta el 1% adicional por cada beneficiario? ¿Por qué no se aumenta en el 3% la cuota patronal a las empresas?
¿Por qué no crear el banco de los asegurados? ¿Por qué no incrementar substancialmente las tasas tributarias a vicios como licores, cervezas, casinos, push button, etc.?
Ahora en el “supuesto diálogo” pretenden proponer el aumento de las cuotas obreras y aumentar la edad de jubilación, lo que es inadmisible en un país donde la población come, pero no se alimenta.
Panamá, país maravilloso que se perderá en un horizonte sombrío producto de la corrupción de políticos y empresarios inescrupulosos. Una población sumida en silencio cuando su futuro está en manos de dilapidadores de su bienestar social, económico y de salud, es cómplice de su destino. Dios te salve, Panamá.