Tierras perdidas de Arraiján
Los arraijaneños vienen exigiendo durante años respuestas a nuestras necesidades a los servidores públicos, incluso, todavía estamos carentes de una verdadera estructura administrativa y operativa de los servicios básicos, a fin de poder mejorar la calidad de vida de nuestros residentes.
Por ello, seguimos cuestionando a nuestras autoridades municipales, legislativas y gubernamentales, que esclarezcan ante la luz pública cuáles han sido los destinos de las 126 hectáreas de terrenos, destinados a la creación del Plan Maestro del área Institucional del distrito de Arraiján.
Es oportuno mencionar, que, en el año 1996, el gobierno de Pérez Balladares entrega al Municipio de Arraiján un plano del área con 25 hectáreas de terreno para desarrollar toda una estructura de servicios públicos, comercial, industrial y oficinas estatales, las cuales se desglosaban de la siguiente forma: área deportiva (30%), oficinas estatales (4%), área comercial (9.3%), área industrial y taller (10.8%), medios de transporte (6.9%), servidumbres viales (10.8%); totalizando 25 hectáreas. Estos terrenos en mención no fueron desarrollados para los fines que supuestamente estaban destinados, como el área industrial, así, como el área de servicios públicos, donde hipotéticamente se construiría la tan anhelada Ciudad Gubernamental, que se ha convertido en una especie de la ciudad perdida.
Por lo que es imperante una investigación minuciosa, a fin de investigar quienes fueron o quiénes son los responsables y corresponsables de un posible negocio millonario de estas tierras con fines ajenos al desarrollo del distrito de Arraiján y determinar cuáles fueron las manos peludas que desviaron el objetivo de estas tierras, levantado nuevas mesuras y favorecer sectores políticos y económicos.
Por lo que reitero, la importancia que el ministro del MIVIOT, al igual que el director del Banco Hipotecario y todas las autoridades municipales de este nuevo periodo, investigaran el posible negociado de nuestras tierras, por más de 100 millones de balboas, a lo largo de las últimas administraciones, que han guardado un silencio sepulcral.