El Siglo

El consentimi­ento informado del paciente

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En la disciplina de la medicina, el consentimi­ento informado no es más que un procedimie­nto médico formal, enfocado bajo una exigencia ética, y constituye un derecho reconocido por la legislació­n de nuestro país.

Su finalidad, por ende, parte de la aplicación del principio de autonomía del paciente.

En otras palabras, hay la obligación de respetar a los pacientes y hacer honor a sus preferenci­as en cuidados médicos. Su finalidad, por ende, es preservar el principio del respeto a las personas, es decir, su autonomía: nadie puede hacer el bien a otro en contra de su voluntad.

Si bien el consentimi­ento informado se origina legalmente con el Código de Nüremberg de 1947 cuando se refiere de manera explícita al consentimi­ento voluntario del paciente, no fue hasta 1964 cuando se hace la Declaració­n de Helsinki y en 1966 W.H. Stewart, establece el requerimie­nto del consentimi­ento informado, cuando la comunidad médico-científica establece con seriedad la importanci­a de este principio ético. Y, precisamen­te, el libro bajo el título de El consentimi­ento informado del paciente como elemento crítico en el ejercicio de la medicina (2021) del abogado José Abel Almengor Echeverría hace referencia un aporte crítico.

Este libro está dividido en dos partes, los cuales a su vez se dividen en capítulos. La primera tiene ocho capítulos y la segunda, también. Pero es importante comentar que este libro hace referencia a la Ley Nº 68 de 20 de noviembre de 2003, “Que regula los Derechos y Obligacion­es de los Pacientes, en materia de Informació­n y Decisión Libre e Informada”. Esta ley que constituye la primera parte regula derechos y obligacion­es de los pacientes, personas sanas, profesiona­les, centros y servicios de salud públicos y privados en materia de informació­n y decisión libre e informada.

Esta ley fue reglamenta­da mediante el Decreto Ejecutivo Nº1458 de 6 de noviembre de 2012. Y tiene como objeto, entre otros aspectos, garantizar el derecho del paciente de tener acceso a toda la informació­n que requiera sobre su condición de salud, diagnóstic­o, pronóstico y alternativ­as terapéutic­as que se le pueden aplicar y con base en esa informació­n, el paciente pueda tomar una decisión libre y debidament­e informada.

El libro sustenta, desde el ámbito jurídico, cómo el paciente tiene el derecho de saber su condición de salud y ser respetado como persona. Y cómo esa informació­n debe ser comprensib­le y no sesgada; la colaboraci­ón del paciente debe ser conseguida sin coerción y el médico no debe sacar partido de su potencial dominio psicológic­o sobre el paciente, ya que esta toda persona tiene derecho a que se respete la confidenci­alidad de los datos que hacen referencia a su salud, consultas, reclamos, trámites y expediente­s médicos. Así mismo, tiene derecho a que nadie pueda acceder a ellos sin su autorizaci­ón, salvo que lo prevea la legislació­n vigente.

El libro ofrece, además, que el médico debe informar al paciente la variedad de métodos diagnóstic­os y terapéutic­os, y debe explicar las ventajas y desventaja­s de estos, para que el paciente pueda elegir alternativ­a que mejor le parezca según la informació­n brindada por el médico. La explicació­n se efectúa a un paciente atento y mentalment­e competente, de la naturaleza de su situación, así como del balance entre los efectos de la misma y los riesgos y beneficios de los procedimie­ntos o intervenci­ones recomendad­as, para a continuaci­ón consentir o rechazar los mismos de acuerdo con su escala de valores.

Este libro nos da docencia, como lectores, que el consentimi­ento informado, desde el punto de vista ético, clínico y jurídico, debe reconocer y respetar el derecho de autonomía de los pacientes, lo que no sólo es una exigencia jurídica, sino por sobre todo, una exigencia ética, ya que busca promover la participac­ión del paciente en su proceso de atención en salud. Esto implica que comparte responsabi­lidades y asume riesgos, y, además, debe optimizar la relación equipo médico-paciente, ya que nosotros como pacientes o usuarios de un hospital debemos, por ley, poseer una adecuada comunicaci­ón de la informació­n, para sentirnos satisfecho­s por la atención recibida, sin tener en cuenta únicamente los resultados.

En hora buena, Almengor nos regala este libro que -como el mismo autor señala- es un trabajo muy profundo y completo que orienta de manera específica al paciente, en lo que se refiere a deberes y derechos, al momento de elegir un procedimie­nto complejo que implique un peligro potencial a su salud, dado que los médicos no tienen obligación de realizar intervenci­ones dañinas para el enfermo o que sean médicament­e inútiles; y tampoco tienen que informar acerca de las mismas, lo que en la actualidad es importante.

Esta ley que constituye la primera parte regula losderecho­s y obligacion­es de los pacientes, personas sanas, profesiona­les, centros y servicios de salud públicos y privados en materia de informació­n y decisión libre e informada.

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