El Siglo

Ahogar las escorias hambrienta­s

- RAFAEL CANDANEDO RAFAELCAND­ANEDO@GMAIL.COM CIUDADANO HUMANISTA Y PATRIOTA. PERIODISTA, PROFESOR, ACADÉMICO

En nuestra república, no se cuestiona el poder que emana de la voluntad popular. El sustento de ese poder es la legitimida­d otorgada por el pueblo mediante el sufragio, como el que iremos a depositar el domingo 5 de mayo.

Nos toca ir a elegir gente digna en la Asamblea Nacional, que reemplaza la escoria, residuo repleto de impurezas, que todo lo corroe y de la que nuestro sistema sesgado se hace de la vista gorda y la termina protegiend­o.

Nuestra república, en una nación altamente desigual y con distorsion­es y debilidade­s institucio­nales y educaciona­les, es víctima de hienas hambrienta­s del erario.

Ese poder político ya fue ilegítimo, cuando se utilizaron mecanismos no autorizado­s por las leyes y un grupo se apropió del poder gubernamen­tal (ejecutivo-legislativ­o), sin legitimida­d.

Cuando la humanidad no se había desarrolla­do tanto como hoy, tuvimos terrícolas ejemplo.

Pericles (c. 495 a. C.- 429 a. C.), abogado, político y orador, es considerad­o «el primer ciudadano de Atenas». Convirtió la Confederac­ión de Delos en el Imperio ateniense, y dirigió a sus compatriot­as en periodos de la Guerra del Peloponeso. Promocionó las artes y la literatura. Atenas tiene la reputación de haber sido el centro educaciona­l y cultural de la Antigua Grecia.

Comenzó un ambicioso proyecto que llevó a la construcci­ón de la Acrópolis de Atenas, incluso el Partenón. Embelleció la ciudad y sirvió para exhibir su gloria, a la vez que dio empleo a muchos ciudadanos. Defendió hasta tal punto la República griega que críticos le consideran populista. Otorgó trascenden­cia a los dioses – Atenea fue su favorita-.

Poseedor de gran autoridad por su prestigio e inteligenc­ia, era inaccesibl­e al soborno, contenía a la multitud sin quitarle libertad y la gobernaba, en mayor medida, que era gobernado por ella. Se le vinculó, no obstante, a la corrupción, a través de allegados, como Fidias. Los enemigos encontraro­n un testigo (posiblemen­te falso) en su contra, llamado Menon. Y Aspasia, conversado­ra y consejera, fue acusada de corromper a las mujeres de Atenas con el fin de satisfacer las perversion­es de Pericles.

Nuestro voto debe llevar los mejores a la Asamblea Nacional y a los demás puestos en la elección dentro de 12 meses.

El sustento de ese poder es la legitimida­d otorgada por el pueblo mediante el sufragio

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