El Siglo

Un amigo llamado Chito

- OLIMPO A. SÁEZ M. OLIMPO.SAEZ@GMAIL.COM EXLEGISLAD­OR DE LA REPÚBLICA DE PANAMÁ

En

mis días de estudiante universita­rio, opositor a la Dictadura Dura y Suave del General Omar Torrijos, me encontré con una peña de amigos que se reunían en el Café El Prado de Vía Argentina. Era una peña de periodista­s y amigos en pro y en contra del Gobierno Militar. En la mesa donde se reunían con gran algarabía, estaba el Jefe de la Peña: Churuteca Martínez. Sus amigos, en broma y en serio, decían que Churuteca en sus mejores días, había sido destacado miembro de la “Cueva de los Leones”. Carlos Duque y Chinchorro Carles se aparecían de vez en cuando. En otra de las mesas también se formaba una Peña de Liberales.

Conversába­mos casi todas las mañanas, costumbre que se fue haciendo un hábito al pasar de los años. Entre esos amigos, Chito Montenegro, sobresalía por su tamaño y por su voz, siempre alta y siempre opositora, muchas veces poniendo en aprieto a su hermano Raúl, quien apoyaba al Gobierno de Omar Torrijos. Así, conocí a Chito con quien rápidament­e hicimos una mancuerna amical y opositora. Las carcajadas y las críticas de Chito retumbaban en toda la cafetería.

Para la campaña electoral de 1980, cuando Omar Torrijos, seguía sorprendie­ndo a la Oposición de su Gobierno con el “Veranillo Democrátic­o” que él había iniciado con los estudiante­s de la Facultad de Derecho aquel 14 de septiembre de 1977 para el debate de los Tratados Canaleros, Chito Montenegro, apoyo la decisión del Círculo de Acción

Nacionalis­ta ( CAN) y Círculo Camilo Torres (CCT) de candidatiz­arme como Legislador Independie­nte por la Provincia de Panamá. Chito fue de los primeros en darme la mano, pagando el local de campaña, consiguien­do con Lenin Sucre 300 t-shirt y la propaganda impresa. Con este impulso y los jingles de Socrates Lasso con dale la mano a Olimpo, pronto la campaña electoral se convirtió en una bandera opositora. Más tarde, Chito siguió dándome la mano en las diversas empresas políticas en la que me metía, sin mucha suerte. Chito, nunca renunció a la amistad, aunque no compartier­a con nosotros algunas iniciativa­s, ni su apoyo desinteres­ado. Mis compañeros y yo seguiremos siempre agradecido­s con Chito Montenegro Diviazo, un amigo de verdad, en las buenas y en las malas. De Chito hay otras historias que contar.

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